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22 de septiembre de 2025 a las 21:45

Tragedia en Iztapalapa: 29 vidas perdidas.

La tragedia del Puente de la Concordia continúa dejando una profunda huella de dolor en la Ciudad de México. La cifra de fallecidos asciende a 29, un número que nos recuerda la fragilidad de la vida y la magnitud de este lamentable suceso. Detrás de cada número, hay una historia, una familia destrozada, un futuro truncado. Adolfo Franco Madrigal, de 36 años, y Yael González Aranda, de tan solo 18, son los nombres más recientes que se suman a la lista de víctimas. Sus historias, aunque distintas, se unen en el dolor y la consternación.

Adolfo, un trabajador incansable, un "talachero" que se ganaba la vida honradamente en una vulcanizadora cercana al puente, se encontraba en un breve descanso, un respiro en su jornada laboral, cuando la explosión le arrebató la vida. Imaginemos por un instante la escena: el ruido ensordecedor, el calor abrasador, el caos repentino. Doce largos días luchó por su vida en el Hospital Regional Zaragoza del ISSSTE, con quemaduras que cubrían la totalidad de su cuerpo. Doce días de angustia para su familia, aferrada a la esperanza de un milagro que, lamentablemente, no llegó. El director del ISSSTE, Martí Batres, expresó su pesar en redes sociales, un gesto que, si bien no alivia el dolor, muestra la solidaridad en momentos tan difíciles. El ISSSTE, por su parte, reitera su compromiso con la atención de los tres pacientes que aún permanecen en sus instalaciones, luchando por recuperarse de las graves lesiones sufridas.

La historia de Yael, por otro lado, nos conmueve aún más por su juventud. Un estudiante del CECyT 7 "Cuauhtémoc" del IPN, con un futuro prometedor por delante, se encontraba viajando en un microbús cuando la explosión truncó sus sueños. Once días batalló con valentía contra las quemaduras que afectaban el 85% de su cuerpo, once días de incertidumbre y sufrimiento para su familia y amigos. El Instituto Politécnico Nacional, a través de sus redes sociales, se unió al duelo por la pérdida de este joven estudiante, expresando sus condolencias a la familia. La comunidad estudiantil, sin duda, se encuentra consternada por la partida de uno de los suyos.

Estas dos historias, aunque representativas del dolor que embarga a la ciudad, son solo una pequeña muestra de la tragedia que viven las familias de las 29 víctimas. La explosión del Puente de la Concordia no solo nos deja una profunda herida, sino también una serie de interrogantes. ¿Qué medidas se tomarán para evitar que tragedias como esta se repitan? ¿Qué tipo de apoyo se brindará a las familias afectadas, no solo en el corto plazo, sino a largo plazo, para ayudarles a reconstruir sus vidas? ¿Cómo podemos, como sociedad, honrar la memoria de las víctimas y aprender de esta dolorosa experiencia? Estas son preguntas que debemos hacernos y para las que debemos buscar respuestas, para que el dolor de hoy se transforme en un compromiso con la seguridad y el bienestar de todos. El recuerdo de Adolfo, Yael y todas las víctimas debe ser un recordatorio constante de la importancia de la prevención y la solidaridad en momentos de crisis.

Fuente: El Heraldo de México