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22 de septiembre de 2025 a las 09:30
Rompe el silencio: Protege a la infancia
El silencio que aturde: la violencia sexual infantil, un monstruo invisible que acecha en las sombras. Se esconde tras la fachada de hogares aparentemente normales, se infiltra en la supuesta seguridad de las aulas escolares y se disfraza de cariño en los círculos familiares. Hablamos de una realidad lacerante que marca a fuego las vidas de miles de niñas, niños y adolescentes, dejando cicatrices emocionales que pueden perdurar para siempre. No son simples estadísticas, son vidas truncadas, infancias robadas.
La impunidad, ese cómplice silencioso, se erige como el principal obstáculo en la búsqueda de justicia. El camino hacia la denuncia se convierte en un tortuoso calvario, plagado de revictimizaciones, desconfianza institucional y un miedo paralizante que silencia a las víctimas. Recordamos el caso del Colegio San Felipe de Oaxaca, una herida abierta en nuestra memoria colectiva, un proceso que se extendió por años, llegando hasta la Suprema Corte y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. ¿Cuántas familias más tendrán que recorrer ese doloroso laberinto judicial para obtener justicia? El caso del Jardín de Niños en la Gustavo A. Madero, en 2018, con 18 víctimas de abuso, nos interpela como sociedad: ¿qué estamos haciendo mal?
La “Jornada de Concientización sobre la gravedad del abuso sexual y el maltrato infantil” impulsada por la SEP es un paso importante, un rayo de luz en medio de la oscuridad. Sin embargo, no basta con concientizar, necesitamos acciones concretas, protocolos claros y eficientes que protejan a nuestras infancias. Debemos romper el círculo de silencio y construir una red de apoyo sólida para las víctimas.
Las cifras, aunque incompletas debido a la naturaleza oculta de este delito, nos estremecen. UNICEF alerta sobre la inmensa cantidad de casos que permanecen en las sombras, sin ser detectados ni denunciados. La Organización Mundial de la Salud pinta un panorama desolador: una de cada cinco niñas y uno de cada trece niños son víctimas de violencia sexual antes de cumplir los 18 años. Imaginemos el dolor que se esconde detrás de esos números, las vidas marcadas por el trauma.
¿Cómo podemos identificar las señales? A menudo, los niños y niñas manifiestan cambios en su comportamiento, señales sutiles que pueden pasar desapercibidas para un ojo no entrenado. El miedo, las amenazas de los agresores, los atan a un silencio que los consume. Es nuestra responsabilidad como adultos estar atentos, escuchar con empatía y crear espacios seguros donde puedan expresarse sin temor.
Los casos que llegan a obtener justicia, que logran romper el muro de la impunidad, son escasos, pero nos demuestran que la lucha vale la pena. El coraje de las madres y padres que, a pesar de las amenazas, levantan la voz para defender a sus hijos, es un ejemplo de resiliencia y amor incondicional.
La publicación de los Lineamientos para la erradicación del maltrato y la violencia sexual en educación básica por parte de la SEP, es un avance significativo, un reconocimiento de la gravedad del problema. Pero no podemos quedarnos ahí. Necesitamos ir más allá de la prevención, necesitamos una cultura de la denuncia, una sociedad que no tolere la impunidad.
No podemos normalizar ni invisibilizar estas brutales violencias. Es un llamado a la acción, una tarea que nos convoca a todos. Debemos construir un futuro donde la infancia sea sinónimo de protección, donde niñas y niños puedan crecer libres del miedo y la violencia.
Fuente: El Heraldo de México