22 de septiembre de 2025 a las 09:10
Protege tu identidad: El Estado de Derecho te necesita.
La suplantación de identidad, un fantasma que acecha desde las sombras digitales, ha dejado de ser una amenaza lejana para convertirse en una realidad preocupante que afecta incluso a los cimientos de nuestra sociedad. Durante años, hemos advertido sobre los peligros del robo de datos personales a ciudadanos comunes, presenciando cómo vidas enteras se desmoronan al perder su patrimonio, su historial crediticio y su reputación por actos cometidos por impostores. Pero la situación ha dado un giro aún más alarmante: ahora, la suplantación de identidad alcanza a jueces y servidores públicos, poniendo en jaque no solo a individuos, sino al correcto funcionamiento del Estado de Derecho.
Imaginen las consecuencias: fallos judiciales emitidos bajo una identidad falsa, contratos autorizados por un usurpador, documentos clave firmados con una rúbrica ajena. Las implicaciones son devastadoras. No se trata simplemente del robo de datos, sino de la manipulación del poder, de la corrupción de los procesos y de la erosión de la confianza en las instituciones. ¿Cómo podemos garantizar la justicia y la transparencia si la identidad de quienes administran la ley está en entredicho?
Esta situación exige una revisión exhaustiva de nuestros mecanismos de control. Desde los sistemas de firma electrónica hasta las plataformas de gestión de personal, pasando por la cadena de confianza institucional, todo debe ser escrutado y fortalecido. La vulnerabilidad actual es una llamada de atención que no podemos ignorar.
La reconfiguración del Poder Judicial, en este contexto, cobra una importancia crucial. No podemos permitir que se perpetúen las deficiencias que, con demasiada frecuencia, las auditorías revelan: servidores públicos que no cumplen con el perfil, la experiencia o la idoneidad requeridas para el cargo que desempeñan. Si a la falta de cualificación se suma la posibilidad de una identidad suplantada, la situación se torna crítica. No solo se trata de una falta administrativa, sino de una amenaza directa a la legitimidad del Estado.
¿Cómo podemos prevenir estos casos de suplantación si no partimos de una gestión pública profesionalizada, transparente y segura? La respuesta es clara: no podemos. Es imperativo conocer a fondo la Ley de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados y de Particulares, fomentar la cultura de la denuncia y garantizar procesos rigurosos de selección y verificación de perfiles. La seguridad de los sistemas debe ser una prioridad, pero, sobre todo, debemos difundir las consecuencias legales para quienes incurran en suplantaciones o permitan, por omisión, que estas ocurran.
Nos encontramos en una era de desinformación sin precedentes, un terreno fértil para la confusión y la manipulación. Sin embargo, la ciudadanía está más alerta que nunca y no es tan fácil engañarla como antes. Los mecanismos de transparencia, consagrados en la ley, son nuestras armas más poderosas. Y los ciudadanos, con su capacidad de escrutinio y denuncia, son los mejores comisionados para velar por su cumplimiento.
La lucha contra la suplantación de identidad es una tarea de todos. Exige compromiso, vigilancia y una acción decidida por parte de las instituciones y la sociedad civil. No podemos permitir que la sombra de la impostura se cierna sobre el ejercicio de la función pública y la administración de justicia. El futuro de nuestro Estado de Derecho depende de ello.
Fuente: El Heraldo de México