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22 de septiembre de 2025 a las 09:20

México: ¿Reforma Judicial justa o injusta?

La transformación del sistema judicial mexicano ya no es una promesa lejana, sino una realidad palpable que resuena en los tribunales, pasillos y despachos a lo largo y ancho del país. El eco de la reforma y sus implicaciones se escucha en cada rincón, generando un debate constante sobre cada uno de sus puntos y sus efectos, tanto positivos como negativos. Estamos ante un momento crucial, una encrucijada histórica donde la judicatura experimenta una profunda sacudida que modifica estructuras, reordena jerarquías y proyecta nuevas expectativas, en un proceso de cambio sin precedentes.

Uno de los aspectos más esperanzadores de esta reforma es la apertura hacia una mayor transparencia. El escrutinio público sobre jueces y magistrados se intensifica, impulsando la rendición de cuentas y la apertura de procesos que antes permanecían opacos. La actuación de los órganos disciplinarios refuerza la percepción de que la impunidad ya no tiene cabida en el sistema judicial, un hecho celebrado por una sociedad que observa con atención y esperanza la posibilidad de una justicia más cercana y accesible, despojada de antiguos privilegios. La idea de que nadie está por encima de la ley, finalmente, parece tomar forma.

Sin embargo, este proceso de transformación no está exento de dificultades y genera inquietudes legítimas. La incertidumbre se palpa en el ambiente interno. Jueces, magistrados y personal con amplia trayectoria sienten que la continuidad de sus carreras profesionales pende de un hilo. La incorporación de nuevos perfiles, algunos con una preparación que se percibe como limitada, suscita dudas sobre la calidad de las resoluciones. Se habla de improvisación, de fallos frágiles y de un desgaste en la independencia judicial, elementos que siembran la duda sobre el futuro de la justicia en México.

La "politización" del sistema judicial, presentada por algunos como una apertura a la participación política, es vivida por otros como una preocupante desinstitucionalización. Si bien la política juega un papel legítimo en la creación de leyes y la definición del rumbo del país, su injerencia en la esfera judicial amenaza con diluir la esencia misma de la justicia: la imparcialidad, la estabilidad y la fortaleza de las instituciones. Lo que debería ser un equilibrio de poderes, en la práctica, se percibe como un debilitamiento de las bases que sustentan el Estado de Derecho.

Ante este panorama complejo, surgen propuestas concretas y actuales que buscan encauzar la reforma sin detener su impulso. Ministras y ministros de la Suprema Corte, junto con integrantes del nuevo Órgano de Administración Judicial y del Tribunal de Disciplina, trabajan en la elaboración de reglas, protocolos y salvaguardas que permitan una transformación efectiva. El objetivo es claro: construir una justicia cercana, confiable y con rostro humano, sin sacrificar la solidez institucional que la sustenta.

La Reforma Judicial es una realidad que se vive día a día. El gran desafío consiste en evitar que esta sacudida se traduzca en un debilitamiento del sistema. Por el contrario, debe ser el catalizador de una auténtica renovación. México se encuentra en un momento decisivo: las decisiones que se tomen hoy en materia de justicia marcarán la confianza ciudadana para las generaciones venideras. De no ser así, el pueblo, como depositario originario de la soberanía, nos lo reclamará. La responsabilidad es enorme y la historia nos juzgará.

Fuente: El Heraldo de México