22 de septiembre de 2025 a las 09:50
México en el Mundo: Perspectivas Actuales (II)
La carrera diplomática, un camino de servicio y desafíos en tiempos de cambio
El Servicio Exterior Mexicano (SEM) se encuentra en una encrucijada. Su naturaleza apolítica, su vocación de servicio y la profesionalización de sus miembros, pilares fundamentales de su identidad, se ven cuestionados por prácticas que priorizan criterios políticos por encima de la meritocracia y la experiencia. Esta situación genera incertidumbre y desánimo, especialmente entre los jóvenes que aspiran a representar a México en el escenario internacional.
La importancia del SEM radica en su capacidad para defender los intereses de México y de los mexicanos en el exterior. Desde la promoción cultural y turística hasta la apertura de nuevos mercados y la atracción de inversiones, pasando por la crucial labor de protección consular a nuestros connacionales en situación de vulnerabilidad, el impacto del SEM es innegable. Su trabajo silencioso y constante se traduce en oportunidades académicas, en el impulso a la economía nacional y en la salvaguarda de los derechos de los mexicanos en el extranjero.
Ante la creciente tendencia a designar a personas sin la formación diplomática adecuada en puestos clave dentro del SEM, surge la pregunta: ¿qué futuro les espera a las nuevas generaciones de internacionalistas, politólogos y abogados que sueñan con servir a su país desde el exterior? ¿Vale la pena invertir años de estudio y preparación si el acceso a la carrera diplomática se ve obstaculizado por factores ajenos al mérito y la capacidad?
La respuesta, aunque compleja, se encuentra en la convicción de que el servicio público, y en particular la diplomacia, es una vocación que trasciende las coyunturas políticas. Si bien la situación actual del SEM puede parecer desalentadora, es precisamente en momentos de cambio e incertidumbre cuando se requiere con mayor urgencia la participación de profesionales comprometidos con los valores de la ética, la responsabilidad y el servicio a la nación.
La preparación académica rigurosa, el dominio de idiomas, la comprensión de las dinámicas internacionales y el desarrollo de habilidades de negociación y comunicación intercultural son herramientas indispensables para quienes aspiran a una carrera diplomática exitosa. Estos conocimientos y aptitudes, combinados con una sólida formación ética y un profundo compromiso con el bienestar de México y sus ciudadanos, constituyen el mejor antídoto contra la desprofesionalización y la politización del SEM.
A los jóvenes que se plantean un futuro en la diplomacia, les decimos: no se dejen desanimar por las circunstancias adversas. La carrera diplomática es un camino exigente, pero también profundamente gratificante. Su vocación de servicio, su impacto en la vida de las personas y su capacidad para contribuir a la construcción de un mundo mejor la convierten en una opción profesional invaluable. Prepárense con dedicación, cultiven su pasión por las relaciones internacionales y mantengan viva la llama del servicio público. México necesita diplomáticos comprometidos, profesionales y éticos. El futuro del SEM está en sus manos.
El debate sobre la remuneración de los miembros del SEM también es un tema relevante. Si bien se argumenta que sus salarios son elevados en comparación con otros servidores públicos, es importante considerar que estos se ajustan al costo de vida en los países de adscripción. Además, la falta de incrementos salariales en los últimos años, junto con la congelación del sueldo base para el cálculo de la jubilación, ha generado una situación precaria para muchos diplomáticos, especialmente para aquellos que pertenecen a la rama técnico-administrativa.
La actual administración tiene la oportunidad de fortalecer al SEM, reconociendo su valor estratégico y apoyándose en la experiencia y el conocimiento de sus miembros para alcanzar los objetivos de política exterior. Un diálogo franco y constructivo, basado en el respeto y el reconocimiento mutuo, es esencial para superar las diferencias y construir un futuro prometedor para la diplomacia mexicana.
Fuente: El Heraldo de México