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22 de septiembre de 2025 a las 06:15

Hallan Pistas de Niños Perdidos en Acapulco

La angustia se cierne como una sombra pesada sobre Acapulco, Guerrero. Tres días han pasado desde que Yoel, Jesús Gerardo, Grisel y María del Rosario, cuatro hermanos, se desvanecieron sin dejar rastro. El eco de sus risas infantiles se ha apagado, reemplazado por el silencio desgarrador de su ausencia. La incertidumbre carcome el alma de sus familiares, quienes, con el corazón en un puño, continúan la búsqueda incansable, aferrándose a la esperanza de un reencuentro.

El río del poblado El 30, en la zona rural porteña, fue el último lugar donde se les vio. Era el pasado 17 de septiembre, un día que ahora se marca a fuego en la memoria de la familia. Los cuatro hermanos, vestidos con sus uniformes escolares, se dirigían… ¿a dónde? Esa es la pregunta que atormenta a todos. ¿Qué los llevó a ese lugar? ¿Qué sucedió después? El misterio se agiganta con cada hora que pasa.

Las fichas de búsqueda, emitidas por las autoridades este domingo, son un grito desesperado que clama por la solidaridad de la sociedad. Los rostros infantiles de Yoel, Jesús Gerardo, Grisel y María del Rosario nos miran desde el papel, implorando ayuda, recordándonos la fragilidad de la infancia y la importancia de la unión en momentos de adversidad.

Imaginemos a Yoel, el más pequeño, con tan solo ocho años. Su complexión delgada, su piel morena, su nariz chata, sus labios delgados… un niño que apenas comienza a descubrir el mundo, vestido con su camisa blanca, pantalón azul marino y zapatos negros, uniforme que ahora se convierte en una señal de identidad, en un símbolo de la inocencia perdida.

Junto a él, Jesús Gerardo, de diez años, con su short de mezclilla, camisa negra con franjas y tenis blancos. Un niño robusto, de ojos y cabello oscuros, lacio y corto. ¿Qué sueños albergaba en su corazón? ¿Qué travesuras planeaba con sus hermanos?

Grisel, de doce años, con su falda verde, camisa blanca y zapatos negros. Delgada, de piel morena, ojos claros, nariz recta y boca chica. Una niña en la cúspide de la adolescencia, con un mundo de posibilidades por delante, un mundo que ahora se ve amenazado por la sombra de la incertidumbre.

Y María del Rosario, la mayor, de trece años. Su tez morena, sus ojos claros, su piel apiñonada, su boca mediana, su estatura baja, su nariz chata. Una adolescente que, con su falda verde, blusa blanca y zapatos negros, seguramente anhelaba un futuro brillante, un futuro que ahora pende de un hilo.

Las autoridades guardan silencio sobre el posible motivo de la desaparición. La falta de información alimenta la especulación y la angustia. Mientras tanto, la familia, con el apoyo de la comunidad, recorre cada rincón del municipio, pegando carteles, preguntando a vecinos, siguiendo cualquier pista que pueda conducir al paradero de los cuatro hermanos.

La solidaridad es crucial en estos momentos. Cada par de ojos, cada oído atento, cada voz que se alza para difundir la información, puede ser la clave para traer de vuelta a Yoel, Jesús Gerardo, Grisel y María del Rosario a casa. No permitamos que la esperanza se apague. Unámonos como sociedad para que estos cuatro niños puedan volver a sonreír, para que sus familias puedan recuperar la tranquilidad, para que Acapulco pueda respirar aliviado. La búsqueda continúa.

Fuente: El Heraldo de México