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22 de septiembre de 2025 a las 05:55

El misterio de la franja marrón atlántica

El imponente manto marrón que se extiende por el Atlántico, visible incluso desde el espacio, ha despertado la alarma a nivel internacional. Más allá de la imagen impactante que proyectan los 8,500 kilómetros de sargazo, se esconde una problemática compleja que amenaza la salud de nuestros océanos y costas. Este fenómeno, lejos de ser una novedad, se ha intensificado en los últimos años, transformando lo que antes era un ecosistema vital en un potencial peligro.

El sargazo, en su justa medida, juega un papel fundamental en el equilibrio marino. Sirve de refugio para especies marinas, contribuyendo a la biodiversidad. Sin embargo, su proliferación descontrolada, como la que estamos presenciando, altera drásticamente este equilibrio. Al acumularse en las costas, el sargazo se descompone, liberando gases tóxicos como el sulfuro de hidrógeno, un gas con olor a huevo podrido que no solo afecta a la fauna y flora marina, sino que también representa un riesgo para la salud humana, provocando irritaciones respiratorias y otros problemas. Imaginen las playas paradisíacas, otrora pulmón turístico de las regiones afectadas, ahora cubiertas por una masa putrefacta que ahuyenta a los visitantes y perjudica la economía local.

La comunidad científica apunta a varios factores que contribuyen a esta explosión de sargazo. El aumento de nutrientes en el mar, producto de la contaminación y la escorrentía agrícola, actúa como un fertilizante para estas algas. El cambio climático, con el aumento de la temperatura del agua y la alteración de las corrientes marinas, crea las condiciones perfectas para su proliferación. Además, las variaciones meteorológicas y oceanográficas, como los cambios en los vientos y las corrientes, influyen en su distribución y acumulación. Se cree que el “Mar de los Sargazos”, un área del Atlántico delimitada por importantes corrientes oceánicas, actúa como un reservorio natural de esta alga, desde donde se desprenden grandes masas que viajan a merced de las corrientes.

Pero no todo son malas noticias. Ante la adversidad, surge la innovación. Diversos investigadores y emprendedores han puesto la mirada en el sargazo, no como un problema, sino como una oportunidad. Este biorresiduo, rico en nutrientes y minerales, se presenta como una materia prima prometedora para la elaboración de biofertilizantes, biocombustibles, materiales de construcción e incluso, para la industria cosmética y farmacéutica. Imaginen un futuro donde el sargazo, en lugar de ser un dolor de cabeza, se convierta en una fuente de recursos sostenible y renovable.

El reto está en desarrollar protocolos y metodologías eficientes para su recolección, procesamiento y transformación. Se requiere inversión en investigación y desarrollo, así como la colaboración entre el sector público, el privado y la academia. Transformar esta amenaza en una oportunidad no solo contribuirá a la salud de nuestros océanos y costas, sino que también generará nuevas oportunidades económicas y empleos verdes. El sargazo, de villano ambiental a recurso valioso, una historia de resiliencia e innovación que está apenas comenzando a escribirse.

Fuente: El Heraldo de México