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22 de septiembre de 2025 a las 09:20
Despierta tu potencial: Aprende conscientemente
Adentrémonos en el fascinante mundo de la conciencia, un concepto a menudo simplificado como la mera presencia en el aquí y ahora, como si el pasado fuera un lastre del que debamos desprendernos para alcanzar la plenitud. Si bien es cierto que anclarse en el presente es vital, la conciencia, en su dimensión más profunda, trasciende esta idea. Se trata de una habilidad, una apertura al aprendizaje continuo que se nutre de la experiencia, tejiendo un puente entre lo vivido y lo por venir. Imaginemos el pasado no como un fantasma que nos persigue, sino como un archivo invaluable, un repositorio de sabiduría que informa nuestras decisiones presentes.
En contraposición, el inconsciente se percibe como un piloto automático que nos conduce por la vida, a veces sin rumbo fijo. Sin embargo, este "piloto automático", al que también podríamos llamar intuición, es el responsable de nuestros hábitos, esos automatismos que nos permiten realizar tareas cotidianas sin un desgaste excesivo de energía. ¿Se imaginan tener que concentrarnos conscientemente en cada paso que damos al caminar? Gracias a la memoria implícita, podemos fluir con naturalidad en muchas actividades. Este automatismo, como el piloto automático de un avión, nos permite liberarnos de la carga cognitiva y concentrarnos en otros aspectos.
Ahora bien, ¿dónde radica el peligro de dejarnos llevar por el automático? El problema surge cuando estos patrones automatizados se convierten en cadenas que nos atan a conductas que nos dañan o impiden nuestro crecimiento. Adicciones, evasión, estancamiento, la repetición incesante de comportamientos autodestructivos… son ejemplos de cómo el piloto automático puede llevarnos por caminos tortuosos. Es en estos momentos cuando la conciencia, esa luz que ilumina el presente, se vuelve crucial. Nos permite tomar el control, explorar nuevas rutas, corregir el rumbo, forjar nuevos caminos neuronales. No se trata de negar el pasado, sino de consultarlo como un mapa, una guía que nos ayuda a evitar los escollos y a trazar un rumbo más certero.
Por eso, la idea de "vivir el aquí y ahora" como una consigna aislada me resulta incompleta. El pasado no es un enemigo a vencer, sino un aliado a integrar. La memoria, ese registro de nuestras vivencias, es la fuente del aprendizaje, la brújula que orienta nuestros propósitos. Es la huella que nos recuerda de dónde venimos e ilumina el sendero hacia donde queremos ir.
La verdadera conciencia, en mi opinión, es la integración armoniosa del pasado y el presente, con la mirada puesta en un futuro que no se vislumbra como una premonición, sino como una dirección, una guía que nos ayuda a construir el viaje de la vida y a alcanzar nuestras metas.
Desde mi experiencia personal, comprendo la importancia de este proceso. De niña, las dificultades con la lectoescritura me plantearon un reto considerable. Aprender a aprender se convirtió en una tarea ardua. Mi estrategia fue leer y subrayar, copiar lo esencial, formular preguntas y responderlas en voz alta, releyendo una y otra vez. Lo que para muchos parecía un método tedioso, para mí fue la clave del éxito.
Hoy, te invito a reflexionar: ¿Qué hábitos te impulsan hacia tus objetivos y cuáles te frenan? ¿Qué aprendizajes reclaman tu atención? ¿Qué recuerdos necesitan ser comprendidos y abrazados con ternura para que dejen de interferir en tu propósito? Tejer el pasado y el presente, integrarlos en una narrativa coherente, puede ser la llave para caminar con mayor libertad.
Recuerda, la repetición y la novedad no son fuerzas opuestas, sino complementarias. La vida es un museo interactivo que nos invita a tocar, a jugar, a aprender. Acéptate, abrázate, la fuente de la sabiduría reside en ti.
Fuente: El Heraldo de México