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22 de septiembre de 2025 a las 09:25

Conciencia Tiroides: 24 de Septiembre

La sombra del cáncer de tiroides se extiende sobre Latinoamérica, posicionando a la región en el tercer lugar a nivel mundial en incidencia, solo por detrás de Asia y Europa. México, lamentablemente, no escapa a esta realidad, ocupando el segundo puesto en Latinoamérica con una preocupante incidencia del 18%, después de Brasil. Estos datos, fríos pero contundentes, nos obligan a prestar atención a una enfermedad que se ha convertido en el cáncer endocrinológico más frecuente y el quinto entre todos los tipos de cáncer. La mortalidad, estimada en 65 por cada 100,000 habitantes, nos habla de la gravedad del asunto, especialmente cuando el diagnóstico llega en etapas avanzadas.

En el día a día de la lucha contra esta enfermedad, el Departamento de Tumores de Cabeza y Cuello del Hospital de Oncología del Centro Médico Nacional Siglo XXI del IMSS se enfrenta a una realidad palpable: reciben alrededor de 10 nuevos casos de cáncer de tiroides diariamente. Esta cifra, un reflejo de la creciente prevalencia de la enfermedad, también revela un cambio alarmante: los casos se diagnostican en etapas más avanzadas que hace 15 años. Este retraso en la detección complica el panorama y reduce las opciones de tratamiento.

El cáncer de tiroides, en su silenciosa progresión, se manifiesta con mayor frecuencia como una masa en la parte anterior del cuello. En otros casos, la aparición de una masa en el cuello lateral puede indicar la presencia de metástasis en los ganglios linfáticos. La detección, muchas veces, ocurre de manera incidental durante un examen de rutina, como una ecografía o una tomografía. Estos "incidentalomas", aunque asintomáticos, requieren la misma atención y cuidado que aquellos detectados por la propia palpación del paciente. No debemos subestimarlos.

La esperanza de control y curación reside en la evaluación de los factores pronósticos. Las mujeres menores de 55 años, con tumores menores a 4 centímetros, confinados a la glándula tiroides, sin metástasis en ganglios linfáticos ni a distancia, tienen un pronóstico favorable. Sin embargo, la presencia de factores adversos, como un tamaño tumoral mayor, afectación ganglionar o metástasis a distancia, ensombrece el panorama.

Afortunadamente, el cáncer de tiroides generalmente evoluciona lentamente, lo que nos brinda una valiosa ventana de oportunidad para un diagnóstico preciso y una planificación terapéutica adecuada. Aunque existen casos de mayor agresividad, la lentitud en su desarrollo nos permite actuar con mayor eficacia.

Ante la sospecha de un tumor tiroideo, ya sea por palpación o por estudios de imagen, la ecografía tiroidea y de los ganglios del cuello, realizada por un radiólogo experto, se convierte en la herramienta diagnóstica fundamental. Este estudio permite identificar las características sospechosas de malignidad y, en caso de ser necesario, guiar la realización de una biopsia por punción. Contrario a mitos populares, la biopsia no aumenta el riesgo de propagación del tumor y es esencial para confirmar el diagnóstico.

La cirugía, realizada por cirujanos expertos en tiroides y con un profundo conocimiento del tratamiento de este cáncer, es el pilar del tratamiento inicial. La extensión de la cirugía, que puede variar desde la extirpación de la mitad de la glándula tiroides hasta la totalidad de la misma, incluyendo los ganglios del cuello, depende de la extensión de la enfermedad. Una evaluación preoperatoria exhaustiva es crucial para determinar la estrategia quirúrgica más adecuada.

El 24 de septiembre, Día Mundial del Cáncer de Tiroides, nos recuerda la importancia de la sensibilización, la detección temprana y la atención médica oportuna. Informarse, consultar al médico y estar atentos a las señales de nuestro cuerpo son acciones cruciales para enfrentar esta enfermedad con mayor eficacia y esperanza.

Fuente: El Heraldo de México