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21 de septiembre de 2025 a las 09:25

México: ¿Cambio o Transformación?

La implosión de la 4T, un fenómeno que se asemeja a la ley física de Boyle, donde la presión externa supera a la interna, parece inminente. A siete años de su llegada, la narrativa se agota, los resultados son escasos y la promesa de esperanza se desvanece en un mar de contradicciones. A pesar de sus intentos por controlar las instituciones democráticas, la transparencia y la justicia, el pronóstico es claro: 2030 marca el fin de su ciclo.

La sociedad, harta de la propaganda y la exclusión, comienza a despertar. Existe una profunda brecha entre el "pueblo" que la 4T pregona y la ciudadanía en su totalidad, que exige ser reconocida e incluida. La figura carismática que una vez los unificó, con su discurso esperanzador, se ha ido, dejando un vacío ideológico que se traduce en excesos, ineficacia y escándalos de corrupción. El modelo de la 4T se ha vuelto anacrónico en un mundo transformado por la economía global, la modernidad, la inteligencia artificial y el avance tecnológico.

La lucha contra la corrupción pierde credibilidad ante las evidencias de excesos cometidos por gobernadores, funcionarios y legisladores, incluso aquellos cercanos al expresidente López Obrador. Los recientes acontecimientos en la Secretaría de Marina, con denuncias, detenciones y presuntos vínculos con la delincuencia organizada, son solo la punta del iceberg. La honestidad valiente se ha convertido en un oxímoron, la eficacia en resultados es una quimera y la eficiencia institucional, un anhelo distante.

La 4T se aferra a programas sociales sostenidos con alfileres, un combate a la pobreza sin crecimiento económico, una estrategia insuficiente para un país que demanda desarrollo real. Ante este panorama, la ciudadanía debe mirar hacia el futuro, un futuro complejo y lleno de oportunidades, que exige liderazgos capaces de comprender y navegar la incertidumbre. Los partidos políticos, tanto los establecidos como los emergentes, parecen desinteresados o incapaces de entender la magnitud del cambio tecnológico exponencial que estamos viviendo, con la inteligencia artificial como punta de lanza.

La decisión de la presidenta Sheinbaum de aplicar aranceles a productos chinos ilustra la complejidad del escenario geopolítico. Esta medida, vista por China como coercitiva, podría tener repercusiones significativas en la economía mexicana, sin que exista claridad sobre nuestra capacidad para afrontarlas. América del Norte pierde terreno frente a potencias emergentes como China, que consolida su influencia en el escenario global. La Cumbre en China, con la presencia de Xi Jinping y Vladimir Putin junto a 20 líderes mundiales, sin representación americana, es una muestra evidente de este cambio de paradigma.

México se encuentra en una encrucijada. La crisis del sistema de partidos, la ausencia de liderazgos sólidos, la falta de proyectos y debates serios, y la incapacidad de la 4T para el diálogo y el consenso, nos obligan a buscar nuevos caminos. La convocatoria debe ser al talento, a la capacidad, no a la lealtad ciega o al compadrazgo. El futuro de 130 millones de mexicanos depende de ello. Como bien señaló Manlio Fabio Beltrones: "hay que subir a todos… el diálogo te lleva a acuerdos, no a las confrontaciones".

Es imperativo romper con la polarización, evitar que la corrupción y la mediocridad se normalicen. México merece un verdadero proyecto de cambio, una visión moderna de futuro, construida con el talento y la participación de todos. Es tiempo de trabajar juntos, de construir un México incluyente, próspero y justo.

Fuente: El Heraldo de México