La noche romana se vistió de verde, blanco y rojo. Un eco del Zócalo capitalino resonó en el corazón de Italia, mientras la comunidad mexicana, junto a amigos italianos, celebraba el Grito de Independencia. Una celebración singular, marcada por la historia: la primera vez que una mujer, la Presidenta Claudia Sheinbaum, encabezaba la ceremonia. La emoción era palpable, un hormigueo colectivo que trascendía la distancia geográfica y unía a los presentes en un mismo sentimiento patriótico. Desde la Embajada de México en Roma, las pantallas transmitían en vivo la imagen de la presidenta, su voz resonando con la fuerza de la tradición y la novedad del momento. Los vítores, los aplausos, el fervor de los "vivas" se entrelazaban creando una atmósfera vibrante, un pedazo de México en tierras italianas.

Más allá de la ceremonia, la noche se impregnó de simbolismos. El Embajador Genaro Lozano, figura central del evento, no solo representó a México, sino que encarnó la profunda conexión entre ambas naciones. Sus palabras, pronunciadas primero en un fluido italiano aprendido décadas atrás en su infancia romana, tejieron un puente entre culturas, un testimonio de la larga y fructífera relación bilateral. Recordó sus años en el Liceo Cervantes, la influencia de su padre, General del Ejército Mexicano, quien también sirvió en la misma embajada, y cómo esas experiencias tempranas sembraron en él la semilla del aprecio por Italia, un aprecio que ahora, como Embajador, se traduce en un compromiso tangible.

Lozano habló de los 150 años de relaciones diplomáticas, de los lazos históricos, culturales, artísticos, comerciales y políticos que unen a México e Italia, dos "grandes potencias" con un patrimonio invaluable. En un mundo complejo, instó a fortalecer aún más esos vínculos, a construir puentes de cooperación en tiempos de incertidumbre. Su compromiso, aseguró, se centra en intensificar la colaboración económica y comercial, promover la inversión, el turismo y la cultura, e incluso, en un proyecto ambicioso y significativo: la apertura del primer Instituto Cultural de México en Roma. Un paso crucial para afianzar la presencia cultural mexicana en Italia y promover un intercambio aún más rico y dinámico.

Pero la mirada del Embajador no se limitó a la esfera diplomática. Con calidez y cercanía, se dirigió a la comunidad mexicana residente en Italia, Malta, Albania y San Marino. Les aseguró la cercanía de la Presidenta Sheinbaum y su propio compromiso para proteger sus derechos y atender sus necesidades. Un mensaje claro y directo, un llamado a la unidad y la colaboración. "Quiero estar muy cerca de ustedes", afirmó, invitándolos a compartir sus historias, sus inquietudes, sus necesidades.

Finalmente, en un gesto de reconocimiento y gratitud, Lozano pidió un aplauso para su predecesor, Carlos García de Alba, por su destacada labor, y para todo el personal de la Embajada, cuyo trabajo incansable hizo posible la emotiva celebración del Grito de Independencia en la capital italiana. Una noche que quedará grabada en la memoria, no solo por la histórica participación de la Presidenta Sheinbaum, sino también por el inicio de una nueva etapa en la relación entre México e Italia, una etapa marcada por la promesa de una colaboración aún más estrecha y fructífera.