La sombra de la amenaza se cierne sobre la gira de Morrissey. Un fantasma digital, nacido en las frías líneas de código de BlueSky, ha obligado al icónico cantante británico a cancelar dos de sus conciertos en Estados Unidos. La amenaza, palpable y escalofriante, se cernía sobre el Foxwoods Resort Casino de Connecticut y el MGM Music Hall de Boston, forzando la suspensión de los espectáculos y dejando un silencio inquietante donde debería haber música. No se trata de un simple contratiempo, sino de un crudo recordatorio de la vulnerabilidad que se esconde tras la fama. Un hombre de Ottawa, Canadá, es el presunto responsable, detenido y enfrentando cargos por amenazar con causar daño corporal o muerte. Aunque el concierto de Morrissey en Ottawa se llevó a cabo sin incidentes, la sombra de la amenaza se alargaba, imposible de ignorar.

El comunicado oficial, emitido por el equipo de Morrissey, confirma la cancelación y subraya la prioridad: la seguridad del artista, la banda, el equipo y, por supuesto, los fans. Una decisión difícil, sin duda, pero necesaria ante la gravedad de la situación. La decepción de los fans, aunque comprensible, se ve eclipsada por la comprensión y el apoyo. Las redes sociales, a menudo escenario de críticas y controversias, se han inundado de mensajes de solidaridad, deseos de bienestar y una palpable preocupación por la seguridad del artista.

Este incidente, sin embargo, no es un hecho aislado en la trayectoria de Morrissey. Su historial de giras está marcado por cancelaciones, algunas por problemas de salud, otras por cuestiones logísticas. Pero esta vez, la amenaza directa contra su vida añade un nuevo y preocupante capítulo a esta historia. La incertidumbre se cierne sobre el futuro de la gira. ¿Podrá Morrissey continuar con sus presentaciones? ¿Se reforzarán las medidas de seguridad? ¿Se verán afectadas las fechas programadas en Latinoamérica, incluyendo las esperadas citas en México, en el Palacio de los Deportes de la Ciudad de México y el Auditorio Telmex de Guadalajara?

Mientras tanto, los fans mexicanos esperan con ansia, con la esperanza de que la música pueda triunfar sobre el miedo. La gira NUDE, un título que ahora cobra una nueva dimensión de vulnerabilidad, sigue en pie, al menos por ahora. La expectativa se mezcla con la inquietud, la admiración con la preocupación. Dos conciertos en México, dos oportunidades para celebrar la música de Morrissey, pero también dos momentos de potencial riesgo. La seguridad, sin duda, será una prioridad absoluta. El futuro de la gira, al igual que la seguridad del artista, pende de un hilo. Y mientras tanto, la música espera, conteniendo el aliento.