20 de septiembre de 2025 a las 07:40
Héroe canino fallece tras rescatar vidas
Un silencio inusual reina en la Estación Colón del Heroico Cuerpo de Bomberos de Torreón. La algarabía habitual, el ir y venir de los valientes que enfrentan el peligro a diario, se ve opacada por una sombra de tristeza. Chato, el bull terrier que por más de una década fue parte integral de la familia bomberil, ya no está. Su corazón, tan grande como su espíritu, dejó de latir este viernes, un día marcado por la ironía: el Macrosimulacro Nacional, un ejercicio de preparación para la vida, coincidió con la despedida de un compañero fiel.
Rescatado hace doce años de las garras de las peleas clandestinas, Chato llegó a la estación junto a otros perros. Mientras los demás encontraron nuevos hogares, él decidió quedarse. Las paredes de la estación, el olor a humo y el sonido de las sirenas se convirtieron en su refugio, en el contrapunto a la crueldad que había conocido. Los bomberos, a su vez, encontraron en él no solo una mascota, sino un miembro más de su equipo, un compañero incondicional que les recordaba la importancia de la compasión y la lealtad.
Los recuerdos afloran con la fuerza de un torrente. “Cuando se abrían las puertas y sonaba la sirena, él era el primero en salir a despejar el camino, ladrando para que la gente se hiciera a un lado”, relatan sus compañeros, con la voz entrecortada por la emoción. Su valentía, su energía inagotable, su presencia constante en cada salida de emergencia, son estampas imborrables en la memoria de quienes compartieron con él tantos años de servicio.
La noche del jueves, una sombra de preocupación se cernió sobre la estación. Chato mostraba signos de malestar. Fue revisado por un veterinario y se programaron estudios para profundizar en su diagnóstico. Lamentablemente, el tiempo no alcanzó. Un infarto fulminante puso fin a su vida, dejando un vacío imposible de llenar.
“Era más que una mascota, era familia y un bombero más”, expresan los elementos de la estación, con el pesar de quien pierde a un ser querido. Sus restos, convertidos en cenizas, permanecerán en la Estación Colón, un testimonio tangible de su amor y dedicación, un recordatorio permanente de que incluso en los lugares más inesperados, la vida puede florecer con fuerza y dejar una huella imborrable.
La noticia de su partida ha trascendido las paredes de la estación. En redes sociales, la historia de Chato se ha viralizado, conmoviendo a miles de personas en todo México. Mensajes de condolencia, anécdotas compartidas por quienes tuvieron la fortuna de conocerlo, imágenes que retratan su nobleza y su espíritu juguetón, inundan el ciberespacio, convirtiendo su despedida en un homenaje colectivo a un perro que, rescatado del horror, encontró en el servicio a los demás la razón de su existencia. Chato, el bombero de cuatro patas, ya no está físicamente, pero su legado de valentía, lealtad y amor incondicional seguirá vivo en el corazón de quienes lo conocieron y en la memoria colectiva de una ciudad que lo adoptó como suyo. Su historia, un testimonio de la capacidad de superación y del poder transformador del amor, servirá de inspiración para futuras generaciones.
Fuente: El Heraldo de México