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20 de septiembre de 2025 a las 09:20

Domina la eficiencia: Construye bases sólidas

La creciente ola de indignación ciudadana ante la incompetencia y la corrupción en el sector público nos obliga a reflexionar sobre nuestro papel como sociedad. Si bien la historia nos demuestra una y otra vez que la verdad, tarde o temprano, sale a la luz, ¿es suficiente con ser meros espectadores de este fenómeno? La metáfora de la "pared de hormigón transparente" que, eventualmente, se solidifica para revelar las malas prácticas de funcionarios y políticos, resulta inquietantemente precisa en el contexto actual. Vemos cómo figuras que en un inicio parecían intocables, protegidas por redes de complicidad y silencio, se estrellan contra esta pared, dejando al descubierto sus flaquezas e incluso sus delitos.

Lo preocupante es la normalización de esta situación. Nos hemos acostumbrado a los escándalos, a las noticias de desfalcos y nepotismo, al punto de que casi parecen formar parte del paisaje político. Pero, ¿hasta cuándo vamos a tolerar esta realidad? La respuesta, sin duda, no está en la resignación. No podemos simplemente encogernos de hombros y esperar a que la próxima ola de revelaciones nos indigne momentáneamente para luego volver a la apatía.

El autor nos invita a la acción, a tomar las riendas de nuestro destino como ciudadanos. Nos insta a exigir perfiles idóneos en los cargos públicos, a investigar a los candidatos, a participar activamente en la vida política de nuestro país. Y tiene razón. La democracia no es un evento, sino un proceso continuo que requiere la participación constante de todos. No podemos delegar la responsabilidad en unos pocos, esperando que mágicamente resuelvan los problemas que nos aquejan.

La clave está en la participación ciudadana informada. No basta con salir a votar; debemos hacerlo con conocimiento de causa, analizando las propuestas de los candidatos, investigando sus trayectorias, exigiendo transparencia en sus acciones. Debemos convertirnos en ciudadanos vigilantes, que cuestionan, que demandan rendición de cuentas, que no se conforman con las explicaciones superficiales y que no toleran la corrupción ni la incompetencia.

Además, la responsabilidad no recae únicamente en los políticos. Nosotros, como ciudadanos, también debemos asumir nuestra parte. Debemos fomentar una cultura de la ética y la responsabilidad en todos los ámbitos de nuestra vida, desde lo personal hasta lo profesional. Solo así podremos construir una sociedad más justa y transparente.

El camino no es fácil, pero es necesario. Romper con la inercia de la resignación requiere esfuerzo, compromiso y valentía. Pero el futuro de nuestro país depende de ello. No podemos permitir que la corrupción y la incompetencia sigan minando las instituciones y robando las oportunidades de las futuras generaciones. Es hora de actuar. Es hora de construir un México mejor. ¿Te unes al cambio?

Fuente: El Heraldo de México