La tierra no ha dejado de temblar en México. Una madrugada inquieta, la del sábado 20 de septiembre, nos recordó la constante actividad sísmica que caracteriza a nuestro país. Veintisiete sismos, una cifra que impacta, sacudieron el territorio nacional, concentrándose principalmente en Chiapas. El más intenso, de magnitud 4.1 con epicentro en Cintalapa, nos mantuvo en vilo, aunque afortunadamente no alcanzó la fuerza necesaria para activar la alerta sísmica. Este dato, sin embargo, nos lleva a preguntarnos: ¿cuándo suena la alerta y por qué a veces, incluso sintiendo el temblor, permanece en silencio?

El Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX) funciona como un centinela incansable, analizando cada movimiento telúrico. Su activación depende de una compleja ecuación que considera la magnitud del sismo y la distancia al epicentro. Imaginemos un círculo con el epicentro como centro: si este círculo tiene un radio mayor a 350 km, la alerta solo se activará si el sismo alcanza una magnitud de 6. Si el radio se reduce, entre 350 y 250 km, la magnitud necesaria baja a 5. Finalmente, si el epicentro está a menos de 250 km, cualquier sismo superior a 5 grados desencadenará el sonido que nos prepara para lo inevitable.

En el caso de los 27 sismos registrados la madrugada del sábado, la magnitud 4.1 del sismo más fuerte, combinado con su ubicación, no cumplió los criterios para activar la alerta. Esto nos recuerda la importancia de estar siempre preparados, independientemente de las alertas. La prevención es nuestra mejor aliada.

El Servicio Sismológico Nacional (SSN), en su incansable labor de monitoreo, nos ofrece un panorama de la actividad sísmica en lo que va del año. Las cifras, actualizadas al 12 de septiembre, son reveladoras: 26,798 sismos registrados, una cifra que nos habla de la dinámica geológica de México. De estos, la gran mayoría, 17,521, se ubicaron en el rango de magnitud entre 3 y 3.9, temblores perceptibles, pero generalmente sin consecuencias graves. Solo dos sismos superaron la magnitud 6, sin llegar al 6.9, recordándonos que la tierra, bajo nuestros pies, está en constante movimiento.

Ante esta realidad sísmica, la información y la preparación son fundamentales. Protección Civil nos recuerda las medidas básicas, pero vitales, que debemos tomar ante un sismo: mantener la calma, buscar las zonas de seguridad preestablecidas, alejarse de ventanas, espejos y objetos que puedan caer, y en la calle, evitar cables, ramas, balcones y edificios con cristales.

La preparación no se limita a conocer las recomendaciones, implica practicarlas, conversarlas en familia, identificar las zonas de seguridad en nuestro hogar, trabajo y lugares que frecuentamos. En un país sísmico como México, la cultura de la prevención es una responsabilidad compartida, una forma de protegernos y proteger a quienes nos rodean. La tierra seguirá temblando, es parte de nuestra geografía, pero con información y preparación podemos minimizar los riesgos y enfrentar estos eventos naturales con mayor seguridad.