La partida de Julieta Fierro deja un vacío inmenso en la ciencia mexicana, un hueco que difícilmente podrá llenarse. Su voz, clara y apasionada, resonó durante décadas, acercando el universo a todos, desde los más pequeños hasta los más experimentados. Su legado, sin embargo, permanece, un faro brillante que ilumina el camino para las futuras generaciones de científicos y divulgadores.

Más allá de sus investigaciones y publicaciones académicas, Fierro Gossman se convirtió en un verdadero icono gracias a su inigualable capacidad para comunicar la complejidad del cosmos con sencillez y entusiasmo. Sus conferencias, charlas y programas de televisión cautivaron a millones, despertando la curiosidad y el amor por la ciencia en audiencias de todas las edades. ¿Quién no recuerda sus vibrantes explicaciones sobre los agujeros negros, las galaxias o el origen del universo? Con una maestría singular, transformaba conceptos abstractos en historias fascinantes, accesibles para todos.

Su último mensaje, publicado en X apenas días antes de su partida, es un testimonio de su incansable compromiso con la ciencia y su visión de un futuro mejor a través del conocimiento. Su preocupación por el dengue y el Zika, y el interés por las innovadoras estrategias de Brasil para combatir estas enfermedades, reflejan su profundo humanismo y su convicción de que la ciencia debe estar al servicio de la sociedad. "Hay que apostarle a la ciencia," escribió, una frase que resume a la perfección su filosofía de vida y que se convierte ahora en un llamado a la acción para todos nosotros.

El impacto de Julieta Fierro en la divulgación científica en México es innegable. Abrió las puertas del universo a un público ávido de conocimiento, inspirando a countless jóvenes a seguir sus pasos. Su presencia en los medios de comunicación, su participación en eventos y su constante búsqueda de nuevas formas de comunicar la ciencia la convirtieron en una figura querida y respetada en todo el país.

La comunidad científica mexicana llora la pérdida de una de sus figuras más brillantes, pero su legado continuará inspirando a las futuras generaciones. Julieta Fierro nos enseñó que la ciencia no es solo para los expertos, sino para todos. Nos enseñó a mirar al cielo con curiosidad y a preguntarnos por los misterios del universo. Nos enseñó, sobre todo, a amar la ciencia y a creer en su poder transformador. Su voz se ha apagado, pero su mensaje resuena con más fuerza que nunca: hay que apostarle a la ciencia, por un futuro mejor para todos. Su recuerdo permanecerá vivo en cada estrella que observemos, en cada pregunta que nos hagamos sobre el cosmos, en cada joven que decida dedicar su vida a la exploración del universo. Gracias, Julieta, por tu luz, por tu pasión, por tu legado.