La sombra de la duda se cierne sobre Veracruz. En Papantla y Poza Rica, el aroma a democracia se ha visto opacado por un hedor a maniobras turbias, un eco inquietante de las viejas prácticas que creíamos desterradas. ¿Acaso el anhelo de poder justifica pisotear la voluntad popular? La respuesta, al menos en este caso, parece ser un sí rotundo y preocupante.

El pueblo veracruzano habló con la contundencia de las largas filas el 1 de junio. Ejercieron su derecho, su voz resonó en las urnas, un clamor por el cambio que se tradujo en un triunfo claro para Movimiento Ciudadano, reconocido incluso por la propia presidenta Sheinbaum. Las actas, testigos silenciosos pero irrefutables, cantaban la victoria de Emilio Olvera Andrade en Poza Rica y de Mariano Romero González en Papantla. La alegría, efímera, se desvaneció en la oscuridad de la noche del 4 de junio.

Grupos afines a Morena, como espectros de un pasado que se niega a morir, cercaron los Consejos Municipales, paralizando el conteo con la excusa de irregularidades. Bajo el manto de la noche, los paquetes electorales emprendieron un viaje clandestino, sin la custodia debida, sin la transparencia que exige un proceso democrático. ¿Qué ocurrió durante ese traslado furtivo? La pregunta flota en el aire, cargada de sospechas.

La madrugada del 6 de junio trajo consigo la confirmación de nuestros peores temores. Operadores de Morena, figuras que se mueven en las sombras del poder, accedieron a la bodega donde se suponía estaban resguardados los paquetes electorales. Miles de boletas, la voz del pueblo, fueron manipuladas, alteradas, manchadas con la tinta indeleble de la corrupción. El 7 de junio, representantes de otros partidos, testigos involuntarios de este atropello, constataron la adulteración de las boletas, un golpe directo a la legitimidad del proceso.

En los recuentos posteriores, con las boletas ya contaminadas, se impidió el acceso a los medios de comunicación, se prohibió grabar el proceso. Un secretismo sospechoso, un intento desesperado por ocultar las huellas del fraude. La luz de la verdad, sin embargo, se filtra por las grietas del silencio.

Ahora, Morena pretende presentar una realidad alterna, una victoria fabricada en la oscuridad de la noche. Un insulto a la inteligencia de los veracruzanos, quienes saben que el triunfo fue de Movimiento Ciudadano. Este acto no es solo un ataque a un partido político, es un atentado contra la democracia, contra la esencia misma de nuestro sistema. Es un retroceso a las épocas oscuras que creíamos superadas.

La lucha no termina aquí. Levantaremos la voz, denunciaremos la injusticia, defenderemos la voluntad del pueblo. No permitiremos que el fantasma del fraude se instale en Veracruz. Exigimos transparencia, exigimos justicia, exigimos respeto a la decisión soberana de los ciudadanos. La batalla continúa, y no daremos un paso atrás hasta que la verdad brille con la fuerza del sol.

Este no es un caso aislado, es un síntoma de una enfermedad que amenaza con corroer los cimientos de nuestra democracia. Debemos estar alertas, debemos ser vigilantes, debemos defender nuestro derecho a elegir libremente. El futuro de Veracruz, el futuro de México, está en juego.