19 de septiembre de 2025 a las 09:10
Despierta la melodía interior.
La resonancia de las palabras, su poder para evocar, inspirar y transformar, se hizo palpable esta semana en dos discursos que trascendieron el mero protocolo. Nos recuerdan la fuerza del lenguaje, como decía Alejandro Suárez en "La Palabra Canta" de La Carabina de Ambrosio, para tejer narrativas y reescribir la historia.
El primer eco provino del Zócalo capitalino, donde la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo, ataviada en un simbólico blanco sobre púrpura, lideró la ceremonia del Grito de Independencia. Su discurso, un homenaje a la fuerza femenina en la construcción de México, resonó con la potencia de las 20 consignas que más de 280 mil voces respondieron con un vibrante "¡Viva!". Desde la imagen inicial, frente al imponente retrato de Leona Vicario, hasta la recepción de la bandera de manos de las cadetes del Colegio Militar, la ceremonia se impregnó de un significado profundo.
La Dra. Sheinbaum no sólo reivindicó la figura de Josefa Ortiz de Domínguez –rectificando el uso de su apellido de casada y resaltando la importancia de reconocer su identidad propia como Josefa Ortiz Téllez-Girón–, sino que tejió un relato histórico que incluyó a Leona Vicario, precursora del periodismo nacional, quien con valentía respondió a las críticas de Lucas Alamán sobre el rol de la mujer en la Independencia. Recordó a Gertrudis Bocanegra, espía y correo insurgente, y a Manuela Medina, "La Capitana", cuya participación en siete enfrentamientos armados desmiente cualquier estereotipo de fragilidad femenina.
El discurso trascendió las figuras históricas para abrazar la realidad de las mujeres indígenas, las migrantes, aquellas que, en palabras de Sabina Berman, "hacen país". Un reconocimiento a la construcción cotidiana de la nación, a la lucha constante en la que las mujeres han sido y siguen siendo protagonistas. La mención a la democracia y la soberanía resonó como una declaración de principios, una invitación a la reflexión.
El segundo discurso, pronunciado por el Almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles durante el desfile del 16 de septiembre, fue un testimonio de honestidad poco común en el ámbito militar. Sus palabras sobre el "huachicol fiscal" no se limitaron a una condena superficial, sino que expusieron la autocrítica como punto de partida para la transformación. “Fue muy duro aceptarlo, pero hubiera sido mucho más, absolutamente imperdonable, callarlo", afirmó el Almirante, dejando en claro que la lucha contra la corrupción no es un eslogan, sino un compromiso que exige acciones concretas. "En la Marina no encontró lugar ni abrigo. Fuimos nosotros mismos quienes dimos el golpe de timón", una declaración que resalta la importancia de la autodepuración en las instituciones.
Dos discursos, dos voces, dos perspectivas que, desde la conmemoración histórica y la responsabilidad institucional, nos interpelan como ciudadanos. Nos invitan a reflexionar sobre el pasado, a construir el presente y a proyectar un futuro donde la igualdad, la justicia y la transparencia sean los pilares fundamentales. La palabra, como poderosa herramienta de cambio, resonó con fuerza esta semana, dejando una huella imborrable en el discurso público.
Fuente: El Heraldo de México