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19 de septiembre de 2025 a las 09:30

Descubre cómo el gobierno chilango usa tus donativos.

La Ciudad de México, una urbe vibrante y llena de contrastes, nos presenta un panorama complejo en estos días. Por un lado, la vitalidad del comercio informal, con sus pacas de ropa en Bellas Artes y el aroma seductor del suadero, los tamales de chipilín y las papas en espiral con Valentina en Reforma, nos recuerda la inagotable energía de sus habitantes. Sin embargo, esta imagen se ve empañada por una serie de problemáticas que exigen nuestra atención.

La inseguridad, un fantasma que acecha en cada esquina, se materializa en los asesinatos aún sin resolver de dos colaboradores de la jefa de Gobierno. Semanas después, la falta de respuestas genera una profunda inquietud y siembra la duda sobre la eficacia de las investigaciones. ¿Qué hay detrás de este silencio? ¿Qué intereses se ocultan en la opacidad de este caso?

A esto se suman los actos vandálicos, justificados bajo la bandera de la lucha contra la gentrificación, pero que en realidad se traducen en destrozos y saqueos. La tibieza del gobierno capitalino ante estos hechos es preocupante, y su posterior intento de culpar a la alcaldesa de la Miguel Hidalgo, para luego lanzar iniciativas que rozarian lo orwelliano, deja un sabor amargo en la boca. ¿Es esta la respuesta que merece la ciudadanía?

Y como si fuera poco, las calles de la capital se han convertido en un verdadero campo minado de baches. Desde pequeñas grietas hasta socavones de proporciones bíblicas, como el que se tragó un camión repartidor de refrescos, estos cráteres son un peligro constante para conductores y peatones. Su presencia, incluso en el lugar de la trágica explosión de la pipa, nos hace preguntar sobre la eficacia de las políticas de mantenimiento de la infraestructura urbana.

Ante este desolador panorama, la nueva propuesta del gobierno capitalino de solicitar donativos para ayudar a las víctimas de la explosión, a través de un recién creado "Comité de Solidaridad", genera más preguntas que respuestas. ¿Es realmente esta la mejor manera de gestionar la ayuda a los damnificados? ¿Qué garantías existen de que los fondos se utilizarán de manera transparente y eficiente?, sobretodo considerando el antecedente del fideicomiso para el sismo, fondos que se "esfumaron" misteriosamente. La sombra de la duda se cierne sobre esta iniciativa, y nos obliga a reflexionar sobre la confianza que podemos depositar en las instituciones.

Ante esta situación, la invitación a la pausa reflexiva se vuelve imprescindible. Un momento de introspección, acompañado quizás de un buen puro y un vaso de whisky, para sopesar las opciones y preguntarnos si existen alternativas más confiables para canalizar nuestra solidaridad. ¿Acaso sería preferible donar a otras causas, por más controvertidas que parezcan, antes que entregar nuestros recursos a un ente cuya transparencia está en entredicho? La decisión es personal, pero la reflexión es un deber ciudadano.

Fuente: El Heraldo de México