19 de septiembre de 2025 a las 10:35
Amistades Tóxicas: Cuevas y Choko
La figura de Sandra Cuevas se desdibuja entre el brillo efímero de la política y la opacidad del mundo criminal. Su meteórico ascenso a la alcaldía Cuauhtémoc, bajo el manto protector de Ricardo Monreal, estuvo marcado más por la polémica que por la gestión. Un liderazgo cuestionable, salpicado de disputas y decisiones erráticas, culminó en una salida abrupta, dejando tras de sí un reguero de interrogantes. Ahora, el foco de atención se centra en su relación con Alejandro “El Choko” Mendoza, presunto líder de la organización criminal La Chokiza. La defensa pública que Cuevas ha hecho de Mendoza, presentándolo como benefactor y minimizando las acusaciones en su contra, levanta una polvareda de sospechas que la ex alcaldesa no ha podido disipar. ¿Simple amistad o complicidad? La línea que separa ambos escenarios se difumina a medida que se revelan los detalles del caso.
No se trata solo de “El Choko”. La sombra del crimen organizado se extiende sobre Cuevas con la aparición de otros personajes turbios en su círculo cercano: “El Toño”, “Karencita Blue”, figuras ligadas a La Unión Tepito, y miembros de Los Oyuki, conocidos por sus prácticas extorsivas. Este desfile de individuos con historiales delictivos plantea una pregunta incómoda: ¿casualidad o connivencia? La opinión pública, implacable juez, ya ha comenzado a dictar sentencia. La imagen cuidadosamente construida de una política joven y dinámica se desmorona ante la evidencia, revelando una trama de conexiones peligrosas. El brillo de los reflectores que alguna vez la iluminaron, ahora amenaza con exponerla a la luz cruda de la verdad.
Mientras tanto, en otro escenario del poder, Alejandro Moreno Cárdenas, “Alito”, libra su propia batalla. La pérdida de la presidencia de la Comisión de Marina no es un simple revés político, sino una declaración de guerra por parte de Morena. El contexto, marcado por escándalos de huachicoleo que involucran a la Marina, hace de esta comisión un territorio estratégico. Morena no está dispuesta a ceder terreno a un opositor con la visibilidad mediática de Alito. La estrategia del partido guinda va más allá: el desafuero de Alito es una posibilidad real, alimentada por las acusaciones de corrupción en Campeche y las agresiones contra el diputado Gerardo Fernández Noroña. La respuesta de Alito, un contraataque directo a Adán Augusto López, lo acusa de proteger criminales y lo califica de “narcosenador”. La confrontación escala, transformando una disputa parlamentaria en un choque frontal que podría definir el futuro político de Alito y, quizás, del propio PRI.
En ambos casos, la soberbia y la creencia de que la verdad puede ocultarse indefinidamente se presentan como un factor común. Tanto Cuevas como Alito parecen haber subestimado el poder de la información y la capacidad de la opinión pública para discernir entre la apariencia y la realidad. La justicia, con su ritmo a veces lento pero inexorable, seguirá su curso. Pero el juicio social, veloz e implacable, ya ha comenzado. Y en el tribunal de la opinión pública, la defensa “solo somos amigos” o el ataque visceral como respuesta a las acusaciones, rara vez resultan convincentes. El tiempo dirá si Cuevas y Alito logran escapar de las sombras que los acechan o si, por el contrario, sucumben al peso de sus propias acciones.
Fuente: El Heraldo de México