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19 de septiembre de 2025 a las 10:25

Amistades Tóxicas: Choko y Cuevas

La figura de Sandra Cuevas, envuelta en una bruma de controversia desde su irrupción en la escena política, se tambalea ahora al borde del precipicio. Su ascenso meteórico, bajo el amparo de figuras como Ricardo Monreal, la catapultó a la alcaldía Cuauhtémoc, pero su gestión estuvo lejos de ser ejemplar. Un rosario de decisiones cuestionables y enfrentamientos públicos con antiguos aliados labraron una imagen pública marcada por la polémica. Sin embargo, nada preparó a la opinión pública para la revelación que la vincularía con Alejandro Gilmare Mendoza, alias "El Choko", un personaje de turbio historial criminal.

Lejos de mantener distancia, Cuevas no solo reconoció su relación con "El Choko", sino que lo exhibió públicamente, presentándolo como benefactor de sus proyectos. Incluso llegó a confrontar al periodista Carlos Jiménez, quien se atrevió a indagar en los detalles de esta peculiar amistad. Esta actitud desafiante, lejos de disipar las dudas, las intensificó. Ahora, con la detención de Mendoza y las acusaciones que lo señalan como líder de la organización criminal "La Chokiza", la sombra de la sospecha se extiende inevitablemente sobre la ex alcaldesa.

Aunque no existan pruebas concluyentes que la incriminen directamente, la defensa pública de un presunto criminal, el reconocimiento de vínculos personales y la aceptación de su apoyo, sea del tipo que sea, la colocan en una posición extremadamente comprometida. Decir "sólo somos amigos" suena a justificación vacía cuando el "amigo" en cuestión está acusado de liderar una banda dedicada al homicidio, la extorsión, el narcomenudeo y el despojo. La pregunta que resuena en el aire es si Cuevas se benefició de los recursos de "El Choko" para impulsar su carrera política. Si la respuesta es afirmativa, estaríamos hablando de complicidad.

Y la madeja de relaciones turbias no termina ahí. Cuevas ha sido vista con otros personajes ligados al crimen organizado en la Ciudad de México, como "El Toño" o "Karencita Blue" de La Unión Tepito, e incluso con miembros de "Los Oyuki", un grupo de choque que extorsiona a comerciantes. Este entramado de conexiones con el submundo criminal dibuja un panorama inquietante.

Si bien la justicia tiene la última palabra, el juicio social ya ha comenzado. La imagen pública de Cuevas, cuidadosamente construida a base de reflectores y apariciones mediáticas, se desdibuja ahora bajo la sombra del crimen organizado. El brillo de la política se apaga en las tinieblas de "La Chokiza", "La Unión Tepito" y "Los Oyuki". Y por mucho que intente defenderse, el fantasma de la sospecha la perseguirá implacablemente.


El reciente cese de Alejandro Moreno Cárdenas, "Alito", como presidente de la Comisión de Marina no es un simple trámite burocrático. Es una declaración de guerra. Un primer aviso de que los pesos pesados de Morena no tolerarán sus desafíos. La coyuntura es crucial: con la Marina envuelta en escándalos de huachicoleo, el tema se ha convertido en una prioridad nacional. Morena no podía permitir que un opositor con afán de protagonismo controlara la comisión encargada de supervisar a la institución.

Pero la estrategia va más allá de una simple remoción. El partido guinda busca el desafuero de "Alito" por las agresiones contra Noroña y las acusaciones de corrupción durante su gestión en Campeche. La respuesta del priista no se hizo esperar. Con su habitual estilo combativo, acusó a Adán Augusto de ser un “narcosenador” y de proteger criminales. Lo que comenzó como una disputa parlamentaria se ha transformado en una guerra sin cuartel que podría definir el futuro no solo del PRI, sino del propio "Alito", con o sin fuero.

Y como diría un sabio, cuya identidad se me escapa en este momento, "la soberbia de creer que nada se sabrá es el peor enemigo". La arrogancia de creerse intocable, de pensar que las acciones permanecerán ocultas, suele ser el preludio de la caída. Tanto Cuevas como "Alito" parecen haber olvidado esta lección fundamental. El tiempo dirá si logran escapar de las consecuencias de sus actos.

Fuente: El Heraldo de México