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18 de septiembre de 2025 a las 23:30

Violencia en CETIS 78: Autoridades condenan los hechos

La tensión se palpa en el aire del CETIS No. 78 de Altamira, Tamaulipas. Un escenario que debería ser cuna de aprendizaje y desarrollo, se ha convertido en el epicentro de un conflicto que ha sacudido a la comunidad educativa. Las acusaciones de acoso por parte del director, Julio César Barrón Morales, detonaron la furia estudiantil, desembocando en una protesta que rápidamente escaló a la violencia física y al vandalismo. Las imágenes de la agresión al director, junto con los destrozos en la institución, han recorrido las redes sociales como la pólvora, generando un acalorado debate sobre la raíz del problema y la proporcionalidad de la respuesta.

Más allá de las imágenes impactantes, se esconde una problemática compleja que exige un análisis profundo. La DGETI, en un comunicado oficial, ha condenado enérgicamente cualquier forma de violencia, reiterando su compromiso con la seguridad de la comunidad educativa. Las palabras del comisionado Olegario Muñiz Cura, recalcando la incompatibilidad de la violencia con los valores que se promueven en las instituciones educativas, reflejan la gravedad de la situación. Sin embargo, ¿son suficientes las palabras? ¿Cómo se reconstruye la confianza en un ambiente fracturado por la desconfianza y el miedo?

La investigación en curso, a cargo de las autoridades competentes, será crucial para esclarecer los hechos y deslindar responsabilidades. La DGETI ha asegurado que dará seguimiento puntual al caso, implementando las medidas necesarias para garantizar la justicia y la seguridad de todos los involucrados. Pero más allá de las sanciones y las medidas disciplinarias, se necesita un enfoque integral que aborde las causas subyacentes de este estallido. ¿Qué mecanismos existen para prevenir y atender situaciones de acoso escolar? ¿Se cuenta con los recursos y el personal capacitado para brindar apoyo psicológico tanto a las víctimas como a los agresores?

La presencia de la Guardia Estatal, protegiendo al director y a los docentes, pone de manifiesto la fragilidad del ambiente escolar. Si bien es necesario garantizar la seguridad física de todos los miembros de la comunidad educativa, la solución a largo plazo no puede depender de la fuerza policial. Se requiere un diálogo constructivo, una escucha activa y una verdadera voluntad de cambio. La construcción de espacios escolares seguros, libres de violencia, no es una utopía, sino una necesidad urgente. Es una responsabilidad compartida que exige la participación activa de estudiantes, docentes, padres de familia y autoridades.

Este incidente en el CETIS No. 78 de Altamira debe servir como una llamada de atención. Es un recordatorio de la importancia de fomentar una cultura de respeto, diálogo y tolerancia en nuestras escuelas. Es una oportunidad para revisar los protocolos de actuación ante situaciones de acoso y violencia, fortalecer los mecanismos de apoyo psicológico y promover la participación activa de toda la comunidad educativa en la construcción de un ambiente escolar seguro y propicio para el aprendizaje. El futuro de nuestros jóvenes depende de ello. ¿Estamos dispuestos a asumir el reto?

Fuente: El Heraldo de México