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19 de septiembre de 2025 a las 02:55
Tragedia: Anciana muere recolectando plástico
La tragedia tiñe de gris las calles de la colonia Doctores. Una mujer de 80 años, cuya vida transcurría entre la búsqueda de sustento en las botellas de plástico desechadas, se ha convertido en una cifra más en la fría estadística de accidentes viales. Imaginen la escena: el rugir del motor del camión recolector, el chirrido de los frenos, la confusión… y el silencio desgarrador que lo siguió. Un silencio que se extiende más allá de la calle Doctor Eraso, resonando en la conciencia de una ciudad que parece devorar a sus habitantes más vulnerables.
¿Qué precio tiene una vida? Para esta mujer, el precio fue la indiferencia, la prisa, quizás la falta de visibilidad en un amanecer que prometía un nuevo día. Un día que nunca llegó para ella. Mientras el conductor del camión enfrenta las consecuencias legales de sus actos, la pregunta persiste: ¿cuántas vidas más se perderán antes de que tomemos conciencia real del peligro que acecha en cada esquina?
La Secretaría de Movilidad nos arroja datos alarmantes: 62 peatones fallecidos en tan solo seis meses del 2025. Detrás de cada número, hay una historia, una familia destrozada, un vacío irreparable. La mayoría, atropellados, como esta mujer de 80 años. Visualicen la magnitud del problema: un peatón muerto cada tres días. ¿Es esta la ciudad que queremos? ¿Una ciudad donde salir a la calle se convierte en una ruleta rusa?
No podemos seguir normalizando estas tragedias. La vida de esta mujer, dedicada a recolectar botellas para sobrevivir, nos interpela. Nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de la existencia, sobre la necesidad de construir una ciudad más humana, más segura, más consciente. No basta con lamentarnos. Es imperativo exigir medidas concretas: mayor control del tráfico, mejor capacitación para los conductores, campañas de concientización ciudadana, y una infraestructura urbana que priorice al peatón, especialmente a los más vulnerables.
El caso de la colonia Doctores no es aislado. Es un reflejo de una problemática que se extiende por toda la ciudad, un grito silencioso que exige ser escuchado. No podemos permitir que la indiferencia nos convierta en cómplices de estas tragedias. El recuerdo de esta mujer debe ser un llamado a la acción, un impulso para transformar nuestras calles en espacios seguros para todos, sin importar su edad, condición social o la forma en que se ganan la vida. La memoria de esta mujer de 80 años, perdida en la vorágine del asfalto, debe ser la semilla de un cambio real.
Fuente: El Heraldo de México