18 de septiembre de 2025 a las 09:10
Fin del Foro de São Paulo: ¿Qué significa?
Una nueva era se gesta en América Latina. El siglo XXI, que inicialmente vio el ascenso de gobiernos izquierdistas, algunos con tintes autoritarios y vínculos con el crimen organizado, parece estar dando un giro. No se trata necesariamente de un viraje a la derecha, sino de un retorno pragmático a la esencia misma del Estado-Nación: la seguridad de sus ciudadanos y la soberanía de su territorio. Estas prioridades, relegadas por algunos gobiernos, vuelven a ocupar el centro del debate político.
Las alarmantes cifras de homicidios en la región, recopiladas por InSight Crime, pintan un panorama desolador. Ecuador, con una tasa de 38.8 homicidios por cada 100,000 habitantes en 2024, lidera esta trágica lista. Le siguen Venezuela (26.2), Colombia (25.4), Honduras (25.3) y Brasil (21.1). A excepción de Ecuador, que en 2022 expulsó del poder a la izquierda, los demás países con las tasas más altas están gobernados por miembros del Foro de São Paulo.
Este organismo, fundado en 1990 por Fidel Castro y Luiz Inácio Lula da Silva, actual presidente de Brasil, buscaba la expansión del modelo castrista en la región. Un modelo que tuvo su máximo exponente en la Venezuela de Hugo Chávez y, posteriormente, de Nicolás Maduro. Paradójicamente, es este último quien, aferrado al poder, ha terminado socavando el Foro de São Paulo y su proyecto del “Socialismo del Siglo XXI”, una versión remozada del castrismo.
La deriva autoritaria de Maduro, su incapacidad para garantizar la seguridad de los venezolanos y sus presuntos vínculos con el crimen organizado, han marcado un punto de inflexión. La clasificación del régimen venezolano como narcoterrorista por parte de Estados Unidos, bajo la administración Trump, y la acusación contra Maduro de liderar el Cártel de los Soles, aliado al Cártel de Sinaloa, resonaron en la región.
Desde entonces, 11 de los 18 países más influyentes de América Latina han señalado a la narcodictadura de Maduro. Entre ellos, Colombia (a través de su Congreso), Perú y Argentina, antiguos bastiones del Foro de São Paulo. Esta organización ha visto reducida su influencia, quedando principalmente en Brasil, Nicaragua, Honduras y Cuba.
Si bien México, Bolivia y Guatemala, donde el Foro aún mantiene presencia, no se han sumado a las condenas contra Maduro, tampoco han salido en su defensa. Estos países parecen estar más enfocados en corregir los errores de sus antecesores en materia de seguridad y lucha contra el crimen transnacional, un problema que en el pasado fue abordado con tibieza, incluso con "abrazos".
Este escenario evidencia un claro debilitamiento del Foro de São Paulo y su aliado, el Grupo de Puebla. La región parece estar buscando un nuevo camino, priorizando la seguridad y la estabilidad, alejándose de los modelos ideológicos que han demostrado ser incapaces de garantizar el bienestar de sus ciudadanos. El pragmatismo, en la búsqueda de soluciones a los problemas reales, parece estar ganando terreno frente a las ideologías anquilosadas. El futuro de América Latina se escribe con la tinta de la seguridad y la esperanza de un futuro más próspero y seguro para todos.
El cambio de rumbo en la región es palpable. La preocupación por la seguridad y la lucha contra el crimen organizado se imponen como prioridades ineludibles. El rechazo a los modelos autoritarios y a la connivencia con el narcotráfico se extiende por el continente. Un nuevo capítulo se abre en la historia de América Latina, con la promesa de un futuro más seguro y democrático.
Un dato adicional que ilustra la creciente atención del público hacia temas relevantes:
La audiencia masiva del clásico del fútbol mexicano América-Chivas, con 18.2 millones de espectadores en TelevisaUnivisión, marca un récord para un partido de fase regular de la Liga MX. Este dato, aunque aparentemente ajeno al tema central, refleja el interés del público por eventos que generan unidad y pasión, en contraste con la polarización y la violencia que han marcado la región en los últimos años. La búsqueda de espacios de convivencia pacífica y entretenimiento es también un signo de los tiempos que corren en América Latina.
Fuente: El Heraldo de México