18 de septiembre de 2025 a las 09:10
El peligro de las ideologías
La tragedia que rodea el asesinato de Charlie Kirk ha desatado una vorágine de especulaciones, acusaciones y, lamentablemente, la exacerbación de discursos de odio. Desde las plegarias del gobernador Cox, impregnadas de prejuicios, hasta la instrumentalización política del crimen por parte de la extrema derecha, se ha tejido una narrativa que busca alimentar el miedo y la división. Es alarmante observar cómo se construyen enemigos imaginarios, proyectando la culpa sobre grupos vulnerables –inmigrantes, personas trans, minorías étnicas– en lugar de confrontar las problemáticas reales que aquejan a la sociedad estadounidense.
El perfil del asesino, Tyler James Robinson, desmonta por completo la fantasía urdida por la derecha. Un joven blanco, criado en un ambiente conservador y con acceso a las armas desde la infancia, encarna la preocupante realidad de la violencia armada en Estados Unidos. Las estadísticas del FBI son contundentes: la sobrerrepresentación de hombres blancos en crímenes violentos y sexuales es innegable. Sin embargo, este dato incómodo se ignora sistemáticamente, prefiriendo alimentar el pánico moral con chivos expiatorios.
La ironía del destino quiso que Kirk fuera asesinado mientras defendía la Segunda Enmienda, argumentando que las muertes por armas de fuego son un "precio a pagar" por la libertad. Esta visión, que normaliza la violencia y la considera un daño colateral aceptable, es precisamente la que alimenta la espiral de violencia que azota al país. El documental de Michael Moore, "Bowling for Columbine", ya alertaba hace más de dos décadas sobre la peligrosa simbiosis entre el miedo, los medios de comunicación y la cultura de las armas. Lamentablemente, parece que poco hemos aprendido desde entonces.
La reacción en México ante el asesinato de Kirk también ha sido reveladora. Mientras algunos señalaban la hipocresía de un personaje que promovía el odio y la discriminación, otros aprovechaban la ocasión para lanzar acusaciones infundadas y alimentar la polarización. El caso del ex embajador Landau, autoproclamado "Quita Visas", es un ejemplo paradigmático de cómo se instrumentaliza la tragedia para perseguir a opositores políticos y silenciar voces críticas. Esta "cacería de visas" es una muestra preocupante del autoritarismo que se esconde tras la máscara de la defensa de la libertad de expresión.
Es crucial analizar con rigor los discursos que se construyen alrededor de eventos como este. No podemos permitir que el miedo y el odio nos cieguen. Es necesario desmontar las narrativas simplistas y confrontar las verdaderas causas de la violencia. El acceso indiscriminado a las armas, la cultura del miedo y la polarización política son problemas complejos que requieren soluciones a largo plazo, no chivos expiatorios ni discursos incendiarios. El futuro de nuestras sociedades depende de nuestra capacidad para construir un diálogo basado en la razón, la empatía y el respeto a la diversidad.
Fuente: El Heraldo de México