18 de septiembre de 2025 a las 09:25
Descubre el Sureste
El sureste mexicano, una tierra de oportunidades desaprovechadas por décadas, se encuentra en la antesala de una transformación histórica. La confluencia de factores como la inversión federal en infraestructura y la relocalización de empresas globales dibujan un panorama prometedor, pero para materializar este potencial es crucial una visión estratégica que trascienda los discursos oficiales y se centre en la integración regional.
No basta con construir trenes, carreteras y puertos. La verdadera clave reside en la sinergia entre estas inversiones y la capacidad productiva local. Imaginemos un circuito virtuoso donde la producción agropecuaria de Chiapas, impulsada por tecnología de punta y condiciones climáticas favorables, abastezca la demanda turística de Quintana Roo, mientras que Yucatán, con su creciente sector industrial, provea los insumos necesarios para ambos. Esta interconexión no solo fortalecería el mercado interno, sino que también abriría las puertas a la exportación hacia el sur de Estados Unidos y Latinoamérica, aprovechando la privilegiada posición geográfica de la región.
Sin embargo, la creación de polos de desarrollo debe ser cuidadosamente evaluada. No se trata de forzar esquemas productivos ajenos a las vocaciones inherentes de cada estado. Insistir en actividades que no pueden competir en precio o costo de transporte es un error estratégico. La lógica debe ser la complementariedad: turismo en Quintana Roo, industria en Yucatán, agricultura y pesca en Campeche. Cada estado aportando su fortaleza al engranaje regional.
El sureste no necesita reinventarse, necesita integrarse. Aprovechar la riqueza de sus recursos naturales, la diversidad de sus actividades económicas y la inversión en infraestructura para construir un modelo de desarrollo sostenible y equitativo. Un modelo que genere empleos de calidad, impulse el crecimiento económico y, finalmente, salde la deuda histórica con esta región. La oportunidad está ahí, solo falta la voluntad política y la visión estratégica para aprovecharla.
La relocalización de empresas, si bien es una oportunidad, no debe ser el único motor del desarrollo. Es fundamental apostar por las bondades propias del mercado interno, una economía emergente con un potencial de crecimiento enorme. Imaginemos a los agricultores chiapanecos utilizando tecnología de vanguardia para producir alimentos orgánicos que abastezcan los hoteles de lujo en la Riviera Maya. Imaginemos a las fábricas yucatecas produciendo componentes para la industria turística y exportando sus productos a mercados internacionales. Este es el tipo de sinergia que puede transformar el sureste mexicano.
El reto es grande, pero la recompensa es aún mayor. Un sureste próspero, integrado y competitivo, no solo beneficiará a sus habitantes, sino que impulsará el desarrollo de todo México. La clave está en la colaboración, en la visión a largo plazo y en la voluntad de construir un futuro diferente, un futuro donde la promesa de desarrollo para el sureste finalmente se convierta en una realidad tangible. Es hora de dejar atrás los discursos y pasar a la acción. El sureste espera, y el país también.
Fuente: El Heraldo de México