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18 de septiembre de 2025 a las 05:25
Blindan al INE
El clamor por una reforma electoral resuena en los pasillos del poder, impulsado por las voces de quienes exigen un sistema más justo, representativo y eficiente. La reciente serie de audiencias públicas de la Comisión Presidencial para la Reforma Electoral ha puesto de manifiesto la urgencia de atender las demandas ciudadanas, abriendo un espacio crucial para el debate y la reflexión en torno a los pilares fundamentales de nuestra democracia.
La austeridad, como bandera de un cambio necesario, se erige como una de las principales preocupaciones. El excesivo gasto en procesos electorales, a menudo lastrado por prácticas obsoletas e ineficientes, ha sido señalado como un obstáculo para la consolidación de una democracia sólida y transparente. No se trata, como algunos podrían argumentar, de menoscabar la confiabilidad del sistema, sino de optimizar los recursos, eliminando los gastos superfluos y redirigiendo las inversiones hacia áreas prioritarias que fortalezcan la participación ciudadana y la integridad del proceso electoral. Imaginemos un sistema donde cada peso invertido se traduzca en una mayor eficiencia y transparencia, donde la confianza en las instituciones se construya sobre la base de la responsabilidad fiscal y la rendición de cuentas.
La representatividad, en todas sus dimensiones, emerge como otro de los ejes centrales del debate. La histórica marginación de las comunidades indígenas, cuya voz a menudo se ve silenciada en los espacios de poder, exige una revisión profunda de los mecanismos de acceso a los cargos públicos. Las cuotas indígenas, aunque un paso importante, se han visto limitadas en su alcance y efectividad, generando un "regateo constante" en cada proceso electoral, como lo señaló el diputado Alfredo Vázquez Vázquez. Es fundamental trascender la mera retórica de la inclusión y construir un sistema que garantice la participación plena y efectiva de los pueblos originarios en la toma de decisiones que afectan sus vidas y sus territorios.
La lucha por la igualdad no se limita a la esfera étnica. La comunidad LGBTTTIQ+, históricamente excluida y discriminada, reclama su derecho a una representación digna y auténtica en el ámbito político. La solicitud de una mesa de diálogo específica para abordar las problemáticas y propuestas de este colectivo, expresada con vehemencia por la diputada Almendra Negrete Sánchez, subraya la necesidad de escuchar "las voces de los sin voz" y garantizar su participación en la construcción de un futuro más inclusivo y equitativo.
La igualdad sustantiva, como principio rector de la reforma electoral, debe permear todos los aspectos del sistema. La magistrada Roselia Bustillos Marín, al denunciar la "desigualdad estructural histórica" que se traduce en discriminación constante hacia quienes no encajan en el estereotipo "normalizado", nos recuerda la urgencia de desmantelar las barreras que impiden el pleno ejercicio de los derechos políticos de todas las personas, sin importar su género, orientación sexual, identidad de género o cualquier otra condición.
El camino hacia una reforma electoral profunda y transformadora requiere de un diálogo amplio, inclusivo y participativo. Las voces que se han alzado en estas audiencias públicas son un reflejo de la diversidad y la riqueza de nuestra sociedad, y sus demandas deben ser escuchadas y atendidas con la seriedad y la responsabilidad que merecen. El futuro de nuestra democracia depende de nuestra capacidad para construir un sistema electoral que refleje los valores de justicia, igualdad y representatividad que aspiramos a alcanzar.
Fuente: El Heraldo de México