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18 de septiembre de 2025 a las 18:20
Adiós a un ser querido: López-Dóriga de luto
El eco del adiós a Sergio Hernández González aún resuena en el mundo de la tauromaquia. La noticia de su partida, a los 86 años, ha dejado un vacío profundo en la comunidad ganadera, donde era reconocido no solo por su destacada trayectoria al frente de Rancho Seco, sino también por su inmensa pasión por el toro bravo. Joaquín López-Dóriga, amigo cercano del ganadero, fue quien confirmó la triste noticia a través de un emotivo mensaje en redes sociales, donde lamentó la pérdida de su “compañero de barrera”. Sus palabras, cargadas de dolor y respeto, reflejan el cariño y la admiración que ambos compartían.
La figura de Sergio Hernández González trasciende el ámbito ganadero. Su vida, íntimamente ligada a la crianza del toro de lidia, es un testimonio de dedicación y amor por la tradición. Nacido en la misma finca que lo vio crecer y consolidarse como uno de los ganaderos más importantes del país, Hernández González entregó su vida a la preservación de una herencia familiar que se remonta a generaciones. Desde su infancia, respiró el aire del campo bravo, aprendiendo los secretos de la crianza de la mano de su abuela, Beatriz Carvajal, y su padre, Carlos Hernández Amozorrutia. Estas enseñanzas, grabadas a fuego en su memoria, forjaron el carácter y la visión que lo distinguirían en el mundo taurino.
A pesar de su formación como contador público, la verdadera vocación de Hernández González siempre fue el campo y la bravura del toro. Con una perseverancia admirable, consolidó una línea ganadera propia en Rancho Seco, caracterizada por la nobleza y la casta de sus animales. Su legado no se limita a la crianza de toros bravos; se extiende a la defensa de una cultura, de un arte, de una forma de vida profundamente arraigada en la identidad mexicana.
Rancho Seco, bajo la dirección de Sergio Hernández González, se convirtió en un referente de la ganadería brava en Tlaxcala y en todo México. Su compromiso con la calidad y la autenticidad en cada faena lo posicionó como un referente para las nuevas generaciones de ganaderos. Más allá del éxito profesional, Hernández González supo cultivar la amistad y el respeto de quienes lo conocieron. La sentida despedida de López-Dóriga es una muestra del impacto que tuvo en la vida de quienes compartieron con él la pasión por el mundo taurino. Su partida, sin duda, marca el fin de una era, pero su legado, impregnado en la bravura de sus toros y en el corazón de quienes lo admiraron, permanecerá vivo en la memoria de la fiesta brava. La historia de Sergio Hernández González es la historia de una vida dedicada a la pasión, al campo y a la tradición. Una historia que merece ser recordada y celebrada.
Fuente: El Heraldo de México