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18 de septiembre de 2025 a las 00:10

Tragedia vial: Mujer fallece en banqueta

Un escalofrío recorre la espalda al ver las imágenes. La despreocupación de un instante, la atención absorbida por la pantalla del celular, y de pronto, el mundo se transforma en una amenaza inminente. La tranquilidad de una tarde cualquiera en Brasil se rompe con el chirrido del metal y el polvo que se levanta como un velo siniestro. Un camión, cargado con pesados ladrillos, retrocede sin control, como una bestia desbocada. La madre, ajena al peligro hasta el último segundo, apenas tiene tiempo de reaccionar. Su instinto la empuja hacia atrás, pero la fuerza del camión es implacable. La arrastra, la derriba, la aplasta contra el suelo. La pequeña, testigo del horror, corre despavorida buscando refugio. La escena es dantesca, un cuadro de lo que pudo haber sido una tragedia irreparable.

Pero el destino, caprichoso e impredecible, tenía otros planes. Una combinación de factores, casi milagrosa, se alía para salvarlas. La irregularidad del terreno, esos desniveles y hendiduras que a menudo maldecimos, se convierten en su salvación. El camión, en su trayectoria destructora, encuentra un obstáculo que frena su avance, impidiendo que las ruedas aplasteren a la madre. Su rápida reacción, encogiéndose y protegiendo su cabeza, también contribuye al milagro. La niña, aunque aterrada, escapa ilesa. Dos hombres aparecen en escena, ¿eran ellos los responsables del camión? Las imágenes no lo revelan. Lo que sí muestran es la fragilidad de la vida, la rapidez con la que la cotidianidad puede transformarse en pesadilla.

El video, viralizado en redes sociales, ha generado un debate intenso. Muchos critican la distracción de la madre, absorta en su celular. Otros la defienden, argumentando que nadie está exento de un accidente. Más allá de las culpas y las recriminaciones, el incidente nos invita a reflexionar. ¿Cuántas veces priorizamos la pantalla a nuestro entorno? ¿Cuántas veces caminamos por la vida sin prestar atención a lo que nos rodea? Este caso, por fortuna con final feliz, nos recuerda la importancia de estar presentes, de valorar cada instante, de ser conscientes del peligro que acecha en lo cotidiano. La vida, como demuestra este impactante video, puede cambiar en un segundo. Y a veces, la suerte, el destino o la simple casualidad, pueden ser la diferencia entre la vida y la muerte. La próxima vez que tomemos nuestro celular en la calle, recordemos esta historia y miremos a nuestro alrededor. La vida, al fin y al cabo, es un regalo demasiado precioso para desperdiciarlo en la distracción. El mundo real, con sus peligros y sus bellezas, merece toda nuestra atención.

Fuente: El Heraldo de México