17 de septiembre de 2025 a las 06:05
Teleférico en pausa: indignación por muerte policial.
La indignación y la tristeza se palpan en el aire de Uruapan. El eco de las balas que arrebataron la vida del oficial Vidal Brígido aún resuena en las calles, transformándose en un clamor por justicia que ha llevado al presidente municipal, Carlos Manzo, a tomar una medida drástica: la suspensión de la construcción del teleférico, un proyecto estatal de gran envergadura. La imponente estructura, símbolo de progreso y futuro, se yergue ahora como un silencioso testigo de la impotencia ante la violencia que azota al municipio.
Manzo, acompañado de un contingente de funcionarios municipales y ciudadanos que comparten su dolor y su rabia, se dirigió a la estación del teleférico ubicada en el Boulevard Industrial para, simbólicamente, tomar posesión de la obra. No se trata de una disputa por competencias, sino de un grito desesperado ante la falta de respuesta por parte del gobierno estatal en materia de seguridad. El alcalde denunció que el municipio ha cargado en solitario con la responsabilidad de la seguridad de Uruapan durante meses, una carga que se ha vuelto insostenible y que ha cobrado la vida de uno de los suyos.
“¿Hasta cuándo?”, parece preguntar la mirada del alcalde, reflejando el sentir de una comunidad cansada de la violencia. La exigencia es clara: el gobierno de Michoacán debe asumir su responsabilidad y garantizar la seguridad de los uruapenses. La toma del teleférico no es un capricho, sino una medida de presión, un acto de protesta que busca sacudir la indiferencia y forzar una respuesta. No se trata simplemente de capturar a los responsables del asesinato del oficial Brígido, sino de implementar una estrategia integral que devuelva la paz a Uruapan.
La figura del alcalde Manzo, plantado frente a la obra detenida, se convierte en la representación de un pueblo que se niega a ser silenciado. Sus palabras, cargadas de emoción contenida, resuenan con fuerza: “No nos vamos a mover… no nos vamos a dejar intimidar”. Una declaración que va más allá de la toma del teleférico, es una declaración de resistencia, un compromiso con la memoria del oficial caído y una promesa de lucha por un futuro libre de violencia.
La identificación y ubicación de los partícipes en el ataque, informada por el alcalde, añade un nuevo elemento a la ecuación. La pelota está ahora en el tejado de las autoridades ministeriales, estatales y federales. ¿Responderán con la celeridad y la contundencia que exige la situación? La presión es máxima, la mirada de Uruapan, y de todo Michoacán, está puesta sobre ellos. El tiempo corre, y con cada tic-tac del reloj, la demanda de justicia se hace más fuerte. La toma del teleférico se convierte así en un símbolo de la lucha contra la impunidad y en un recordatorio de que la seguridad es un derecho irrenunciable. ¿Escucharán finalmente el llamado de Uruapan?
Fuente: El Heraldo de México