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17 de septiembre de 2025 a las 19:10

Supera el trauma postdesastre natural

El eco de las sirenas, el polvo en el aire, la angustia en los rostros… Imágenes que para muchos mexicanos se graban a fuego cada 19 de septiembre. Más allá de los escombros y las pérdidas materiales, los desastres naturales, como los terremotos que hemos vivido en esta fecha, dejan una huella profunda en nuestra psique. Una herida invisible que, si no se atiende, puede persistir durante años. Hablamos del estrés postraumático (TEPT), un trastorno que afecta a una parte significativa de la población expuesta a eventos traumáticos de gran magnitud. No se trata de debilidad, sino de una respuesta natural del cerebro ante una experiencia que ha puesto en peligro nuestra vida o la de nuestros seres queridos.

El TEPT se manifiesta de diversas formas: desde la ansiedad intensa y el insomnio, hasta las pesadillas recurrentes, los sobresaltos constantes y la necesidad imperiosa de evitar lugares o situaciones que nos recuerden el evento traumático. Imaginen, por ejemplo, la dificultad de volver a subir a un edificio alto después de haber vivido un terremoto. O el temor que puede generar el simple sonido de una alarma sísmica. Estos síntomas, lejos de desaparecer con el tiempo, pueden intensificarse en fechas como el 19 de septiembre, convirtiendo un día de conmemoración en un auténtico detonante emocional.

Es crucial entender que el TEPT no es una sentencia de por vida. Existen tratamientos eficaces que pueden ayudar a las personas a procesar el trauma y recuperar el control de sus vidas. La terapia cognitivo-conductual, por ejemplo, enseña a modificar patrones de pensamiento negativos y a desarrollar estrategias de afrontamiento. La terapia de exposición, por su parte, permite revivir gradualmente el evento traumático en un entorno seguro, con el objetivo de disminuir la ansiedad asociada al recuerdo. En algunos casos, también se puede recurrir a intervenciones médicas para aliviar los síntomas más severos.

Pero más allá de los tratamientos individuales, la clave para la recuperación reside en la fuerza de la comunidad. México ha demostrado una y otra vez su capacidad de resiliencia, de levantarse de las cenizas y reconstruir no solo sus edificios, sino también sus lazos sociales. La solidaridad, la ayuda mutua, el espíritu de colaboración que surge en los momentos más difíciles, son un testimonio de nuestra fortaleza como sociedad. Estas redes de apoyo son fundamentales para quienes han vivido un trauma, ya que ofrecen un espacio de contención, comprensión y esperanza.

El 19 de septiembre no solo debe ser un día de recuerdo y prevención. También debe ser una oportunidad para hablar abiertamente de salud mental, para romper el estigma que rodea al TEPT y para promover la búsqueda de ayuda profesional. Así como invertimos en infraestructura y protocolos de seguridad para mitigar los daños de un desastre natural, debemos invertir en el bienestar emocional de nuestra población. Fortalecer nuestras herramientas emocionales, cultivar la resiliencia y priorizar la salud mental son pilares esenciales para construir un futuro más seguro y un México más fuerte. No estás solo, busca ayuda, hay esperanza.

Fuente: El Heraldo de México