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17 de septiembre de 2025 a las 16:40

Madre acusada: Cocodrilos devoran a hijo autista

La tragedia que ha conmocionado a Nueva Orleans nos obliga a reflexionar sobre la fragilidad de la vida y la importancia de la protección infantil. El caso de Bryan, un niño autista de tan solo 12 años, cuyo cuerpo fue hallado en una laguna tras un ataque de caimanes, ha destapado una historia desgarradora de presunta negligencia y abuso por parte de su madre, Hilda Vásquez. Más allá del horror del hallazgo, las circunstancias que rodean su desaparición y muerte nos confrontan con una serie de interrogantes que claman por respuestas. ¿Cómo pudo un niño con autismo, con un historial de escaparse de casa, desaparecer durante dos semanas sin que se activara una alerta inmediata? Las autoridades reportan que Bryan fue visto por última vez en las cercanías de la laguna a través de imágenes de vigilancia. ¿Qué hacía solo, en un lugar tan peligroso, en plena madrugada? La imagen de los caimanes, de entre seis y diez pies de largo, rondando el cuerpo sumergido del pequeño, es una estampa que difícilmente se borrará de la memoria colectiva. Los rescatistas, quienes tuvieron que distraer a los reptiles para recuperar los restos de Bryan, describieron una escena desoladora, un testimonio del riesgo y el dolor que impregnó el operativo.

Este caso no se limita a un trágico accidente. Los documentos judiciales revelan un patrón preocupante de negligencia y abuso por parte de Hilda Vásquez. La acusación de crueldad hacia menores en 2014, tras las fracturas de cráneo y piernas que sufrió Bryan cuando era un bebé, deja al descubierto una historia previa de maltrato. Esas lesiones, que dejaron secuelas permanentes en el niño, debieron haber sido una señal de alerta para las autoridades. ¿Por qué, a pesar de las investigaciones del Departamento de Servicios para Niños y Familias (DCFS), Vásquez mantuvo la custodia de sus hijos? ¿Fallaron los mecanismos de protección infantil? La respuesta a estas preguntas es crucial para entender cómo pudo ocurrir esta tragedia y para evitar que se repita en el futuro.

La situación se agravó aún más en julio de este año, cuando tanto Vásquez como su bebé recién nacido dieron positivo a cocaína. Este hecho, que llevó a la fiscalía a describirla como "un peligro para la sociedad y para sus propios hijos", refuerza la necesidad de una investigación exhaustiva sobre las circunstancias que rodearon la vida de Bryan y sus hermanos. La decisión del juez Jonathan Friedman de denegar la fianza a Vásquez y de ordenarle que se mantenga alejada de sus tres hijos sobrevivientes es un primer paso para garantizar la seguridad de los menores. Sin embargo, es fundamental que se esclarezcan todos los detalles de este caso y que se depuren responsabilidades.

La retirada de los caimanes del cuerpo de agua donde se encontró el cuerpo de Bryan, una medida tomada por el Departamento de Vida Silvestre y Pesca de Luisiana, busca proteger a los residentes de la zona. Pero la verdadera protección, la que realmente importa, es la que debemos brindar a nuestros niños. El caso de Bryan es un llamado a la conciencia, una triste recordatorio de la vulnerabilidad de los menores y de la necesidad de fortalecer los sistemas de protección infantil. La justicia para Bryan no solo implica el castigo a los responsables de su muerte, sino también la creación de mecanismos efectivos que garanticen la seguridad y el bienestar de todos los niños.

Fuente: El Heraldo de México