La historia de Kate del Castillo y Joaquín "El Chapo" Guzmán es una que parece sacada de una película, llena de giros inesperados y consecuencias devastadoras. Lo que comenzó como un proyecto ambicioso, la película biográfica del narcotraficante más famoso del mundo, se transformó en una pesadilla que la actriz todavía carga consigo. Imaginen, una actriz reconocida, en la cima de su carrera, contactando a uno de los hombres más buscados del planeta, no para una entrevista periodística, sino para ofrecerle sus servicios como directora de cine. Una audacia que rozaba la locura y que, como ella misma confiesa, la marcó para siempre.

Del Castillo describe un plan “perfecto” que se desmoronó con la fuga de Guzmán Loera del Altiplano en 2015. Ese escape, que acaparó los titulares internacionales, también cambió el curso de la vida de la actriz. Lo que antes era una negociación discreta, se convirtió en un escándalo mediático que la puso en el ojo del huracán. La presión, las sospechas y el escrutinio público la arrollaron, dejándola “destruida”, en sus propias palabras.

No es difícil imaginar el torbellino emocional que debió enfrentar. Pasar de la emoción de un proyecto cinematográfico único a la angustia de ser investigada por la DEA. Vivir con la constante amenaza de un arresto, la incertidumbre de no saber si al salir de casa sería detenida. Esa tensión constante, esa espada de Damocles sobre su cabeza, debió ser insoportable.

Su carrera profesional también sufrió un duro golpe. Productores y directores, temerosos de las implicaciones legales, se alejaron de ella. No por mala fe, sino por el riesgo que representaba contratar a alguien bajo la lupa de las autoridades. La sombra de la sospecha la perseguía, dificultando su trabajo y limitando sus oportunidades.

A pesar del daño, del dolor y de las consecuencias, Kate del Castillo afirma que se lleva la experiencia a la tumba. Un encuentro surrealista con un personaje que forma parte de la historia negra de México. Una vivencia que pocos pueden narrar, una aventura que la marcó profundamente, aunque el precio a pagar haya sido demasiado alto. Queda la pregunta: ¿valió la pena? Solo ella tiene la respuesta.

La historia de Kate y El Chapo es un recordatorio de que la realidad a veces supera la ficción. Un relato de ambición, peligro y consecuencias imprevistas. Una lección sobre el poder seductor de las historias prohibidas y el precio que a veces hay que pagar por acercarse demasiado al fuego.