17 de septiembre de 2025 a las 12:30
Homenaje a Knut Pani
Sumergirse en el universo creativo de Knut Pani es adentrarse en un paisaje onírico, un viaje a las profundidades de la mente donde la materia y el espíritu se entrelazan en un diálogo constante. "Habitar el paisaje", su más reciente exposición en el Seminario de Cultura Mexicana, no es simplemente una colección de obras, sino una invitación a explorar la propia percepción, a completar la obra desde la experiencia individual. Más de 40 años de trayectoria convergen en este nuevo ciclo creativo, donde 38 piezas, entre pinturas de gran formato, esculturas y textos poéticos, nos revelan la esencia de un artista en perpetua búsqueda.
Pani no crea para exhibir, crea para vivir. Su proceso es un acto de introspección, una batalla diaria con la tela y la materia, un dejarse llevar por el impulso, por la espontaneidad del momento. No hay bocetos, no hay planes preconcebidos, solo la necesidad imperiosa de plasmar en el lienzo las "radiografías de sus habitaciones internas", esos paisajes mentales que emergen del inconsciente, del alma misma. El artista no busca representar la realidad externa, sino la interna, esa que se nutre de sueños, emociones y vivencias.
Aunque no concebidas bajo una temática específica, las obras evocan paisajes, paisajes mentales, como él mismo los define. Y es precisamente esa ambigüedad, esa apertura a la interpretación, lo que permite al espectador "habitar el paisaje", convertirse en parte integral de la obra, completándola con su propia experiencia. Porque todos habitamos un paisaje, ya sea físico o emocional, y la obra de Pani nos recuerda esa conexión intrínseca con el entorno, con nuestro propio ser.
Su método de trabajo, alejado de las rutinas y los convencionalismos, es un proceso lento, intuitivo, casi alquímico. La obra se construye a sí misma, a través del azar, de las reacciones químicas de los materiales, del diálogo entre el artista y la materia. Pani pinta hoy, y mañana observa la transformación, se deja sorprender por el resultado, por los errores, por los accidentes. "Mi pintura vive de los errores", afirma, reconociendo la importancia del azar en el proceso creativo. Sin embargo, este aparente caos está sustentado por una sólida base técnica, un conocimiento profundo de los materiales y sus reacciones, porque la experimentación sin conocimiento es un camino estéril.
"Tres hydrophiinae tres", un tríptico inspirado en una víbora marina, nos muestra la fuerza telúrica de la obra de Pani, la potencia de las manchas y los trazos espontáneos. "Los cielos de Piranesi", basada en los grabados del artista italiano, nos invita a contemplar la belleza oculta en los detalles, a descubrir nuevos mundos en las líneas paralelas y oblicuas. Y los poemas, escritos por el propio artista, añaden una dimensión lírica a la obra, reforzando el carácter interdisciplinario del proyecto.
A pesar de su extensa trayectoria, Pani conserva la capacidad de asombro, la emoción del descubrimiento. "Todos los días descubro la pólvora", confiesa, y es precisamente esa pasión, esa búsqueda constante, lo que mantiene viva la llama de su creatividad. "Habitar el paisaje" es, en definitiva, una experiencia transformadora, una invitación a explorar el universo interior del artista y, al mismo tiempo, a conectar con nuestro propio paisaje interior. Una experiencia que nos recuerda que el arte, como la vida, es un proceso en constante evolución, un viaje sin fin.
Fuente: El Heraldo de México