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17 de septiembre de 2025 a las 19:30

Evita la estafa: Protege tus puntos

La historia de Janeth es un ejemplo, lamentablemente cada vez más común, de cómo la sofisticación del phishing está alcanzando niveles alarmantes. Ya no se trata de correos electrónicos mal escritos con ofertas demasiado buenas para ser verdad. Ahora, los estafadores se aprovechan de la confianza que depositamos en las notificaciones digitales, replicando a la perfección la estética y el lenguaje de las empresas que usamos a diario. Incluso, como en el caso de Janeth, utilizan canales oficiales de comunicación, lo que dificulta aún más la detección del fraude. Imaginen la angustia de ver desaparecer casi 8 mil pesos de tu cuenta por un simple clic, un clic que realizaste creyendo estar interactuando con tu compañía telefónica de siempre. La sensación de vulnerabilidad y la frustración ante la burocracia y la falta de respuesta inmediata por parte de las instituciones agravan aún más la situación.

Este tipo de fraude, que se aprovecha de los programas de lealtad y puntos, es especialmente efectivo porque apela a nuestra naturaleza ahorrativa. Todos queremos aprovechar las recompensas que nos ofrecen por nuestra fidelidad a una marca, y los delincuentes lo saben. Juegan con esa expectativa, con la urgencia de canjear los puntos antes de que expiren, creando una atmósfera de presión que nos impide pensar con claridad. El mensaje que recibió Janeth, sobre sus puntos a punto de vencer, es el anzuelo perfecto. Muchos de nosotros, en la vorágine del día a día, habríamos reaccionado igual, haciendo clic en el enlace sin pensarlo dos veces.

La experiencia de Janeth también pone de manifiesto la necesidad de una mayor responsabilidad por parte de las empresas. Si bien es cierto que la seguridad digital es una tarea compartida, las compañías deben invertir en sistemas robustos que protejan a sus clientes de este tipo de ataques. Admitir que "han tenido problemas de seguridad" no es suficiente. Se necesitan medidas concretas, protocolos claros y eficientes para atender a las víctimas de fraude y, sobre todo, una comunicación transparente y proactiva para alertar a sus usuarios sobre posibles amenazas. No podemos esperar a que los clientes sean víctimas para reaccionar. La prevención es clave.

Además, es fundamental que las entidades financieras agilicen los procesos de reclamación y devolución del dinero en casos de fraude. La incertidumbre y la complejidad de los trámites, como la que describe Janeth, solo aumentan el sufrimiento de las víctimas. Necesitamos mecanismos ágiles y efectivos que garanticen la recuperación del dinero robado y que transmitan confianza a los usuarios.

Por último, es crucial que como usuarios nos mantengamos informados y adoptemos hábitos de navegación segura. Desconfiar de los enlaces que recibimos por mensaje, verificar la autenticidad de las páginas web antes de introducir datos personales, utilizar contraseñas robustas y activar la autenticación en dos pasos son medidas básicas pero esenciales. La educación en ciberseguridad es la mejor arma para combatir este tipo de delitos. No debemos bajar la guardia, la seguridad en el mundo digital es una responsabilidad de todos. Recordemos la historia de Janeth, un recordatorio de que cualquiera puede ser víctima de estos engaños, y que la prevención es la mejor defensa.

Fuente: El Heraldo de México