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17 de septiembre de 2025 a las 15:10
El triste final de la estrella de Salomé
El año 2023 quedará marcado en la memoria colectiva del mundo del espectáculo mexicano por la dolorosa partida de Rosita Pelayo. Una figura que, más allá de la risa y el aplauso, encarnó una lucha silenciosa y conmovedora contra la adversidad. Su fallecimiento, a tan solo tres días de su cumpleaños número 65, deja un vacío profundo en el corazón de quienes la conocieron y admiraron su talento. Más allá de los reflectores, Rosita enfrentó una batalla personal contra la artritis reumatoide degenerativa durante cuatro largas décadas, una condición que, poco a poco, fue limitando su movilidad y, con ello, las oportunidades en el escenario y la pantalla. A pesar de este desafío, su espíritu perseverante la impulsaba a buscar nuevos caminos, a mantenerse vigente en una industria que, a menudo, olvida a quienes ya no brillan con la misma intensidad.
Recordemos su icónica participación en "El pecado de Oyuki", "La fea más bella" y "Salomé", producciones que la consagraron en el imaginario popular. Sin embargo, tras el telón de la fama, Rosita libraba una batalla aún más difícil. La artritis, que la acompañó desde sus 30 años, fue un obstáculo constante, pero nunca la doblegó. Intentó, con admirable tenacidad, seguir trabajando, aunque las ofertas disminuyeron considerablemente después de su participación en "La fea más bella" en 2006.
El diagnóstico de cáncer de colon en 2023 representó un golpe devastador. La cirugía para extirpar un tumor, posible gracias a la solidaridad de sus seguidores y amigos, trajo un alivio momentáneo, pero la detección de dos tumores adicionales, inaccesibles quirúrgicamente, la obligó a explorar tratamientos alternativos. Quimioterapias, radiaciones, el uso de bolsas de colostomía… cada procedimiento representaba un gasto considerable que ponía a prueba su ya precaria economía. A pesar de todo, Rosita nunca dejó de buscar trabajo, de generar recursos para costear sus tratamientos, demostrando una fuerza de voluntad excepcional.
En medio de la tormenta, aferrada a la esperanza, Rosita esperaba la devolución de una importante inversión realizada en el proyecto Círculo Teatral. Un millón y medio de pesos que podrían haber aliviado su situación, pero que, según el contrato, solo podría recuperar en 2024. Con la crudeza que la caracterizaba, expresó su preocupación: "A mí en cinco meses igual me lleva la…". Una frase que revela la angustia de quien se enfrenta a la incertidumbre del futuro, a la fragilidad de la vida.
Pero quizás el aspecto más desgarrador de su historia fue la soledad. Tras la partida de su madre, Rosita se encontró prácticamente sola. Aunque mencionó tener dos tías, la relación era distante. "¡No! Es que yo no tengo gran familia, después que se fue mi mamá me quedé sin nadie”, confesó en una entrevista, dejando al descubierto la vulnerabilidad de quien enfrenta la enfermedad sin el apoyo de un círculo familiar cercano. Esta soledad amplificó el dolor, haciendo aún más pesada la carga que llevaba sobre sus hombros.
A pesar de las adversidades, Rosita conservaba la ilusión de volver a trabajar, de subirse de nuevo a un escenario, de hacer reír al público. Un sueño que, lamentablemente, no pudo concretarse. Su salud se deterioró rápidamente tras una hospitalización, y aunque había logrado extirpar uno de los tumores, el cáncer se había extendido, minando sus fuerzas y apagando, finalmente, la luz de su talento. La partida de Rosita Pelayo nos deja un profundo pesar, pero también un valioso legado de perseverancia, de lucha incansable y de amor por el arte. Su recuerdo permanecerá vivo en la memoria de quienes la admiramos y en el corazón del público que la aplaudió y la quiso.
Fuente: El Heraldo de México