La tensión se palpaba en el aire. La emotiva visita de "Doña Alegría" a La Casa de los Famosos México, que prometía ser un bálsamo para los concursantes, terminó por desencadenar una tormenta de emociones encontradas. La chispa que encendió la mecha fue un gesto aparentemente inocente: el abrazo grupal del Cuarto Noche. Un símbolo de unión y fortaleza que, sin embargo, fue interpretado como un acto de exclusión por Shiky. ¿Fue una reacción exagerada? ¿Una estrategia para ganar protagonismo? ¿O simplemente la manifestación de las tensiones acumuladas dentro de la casa?

El reclamo de Shiky resonó en las paredes de la casa, cuestionando la aparente división entre los habitantes. "Es una tontería que dividas el grupo cuando te deseamos todo el amor del mundo", le espetó a Aldo, quien intentaba calmar las aguas. La disculpa, ofrecida repetidamente por el Cuarto Noche, no fue suficiente para apaciguar el enfado del actor. "Quiero seguir hablando, a lo mejor tú no, pero yo sí," insistía Shiky, avivando el fuego de la discordia.

La intervención de Alexis Ayala, buscando mediar en el conflicto, apuntó a la actitud de Shiky. Su insistencia en continuar la discusión, según Ayala, personalizaba el asunto, alejándolo de la simple malinterpretación inicial. La disculpa final de Shiky a Aldo pareció cerrar el capítulo, pero la herida, aunque suturada, seguía latente.

Las redes sociales se convirtieron en un hervidero de opiniones. El apoyo a Aldo de Nigris fue mayoritario. Muchos recordaron las burlas previas de Shiky hacia el exfutbolista, calificando su reacción de incongruente. La comparación con el incidente del colchón de Sian Chiong en la pasada edición, protagonizado por Ricardo Peralta, no se hizo esperar. Se dibujaba así un paralelo entre ambos episodios, apuntando a una posible estrategia de Shiky para ganar notoriedad.

Pero no todos se posicionaron del lado de Aldo. Algunos vieron en su reacción la verdadera personalidad del exfutbolista, criticando su actitud. Incluso Mar Contreras, quien defendió a Aldo, fue objeto de críticas, recordando su propia frase: "No incluir también es excluir".

El incidente, aparentemente trivial, destapó una olla a presión de emociones y tensiones dentro de la casa. La convivencia forzada, la presión del juego y la constante exposición mediática actúan como catalizadores, amplificando cualquier chispa de conflicto. El abrazo, símbolo de unión, se transformó en un detonante de discordia, dejando en el aire la pregunta de si la convivencia en la casa es realmente tan armoniosa como se pretende mostrar. ¿Estamos ante una nueva guerra entre clanes? ¿O simplemente un episodio aislado magnificado por las circunstancias? Solo el tiempo lo dirá.