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18 de septiembre de 2025 a las 02:05

Dentro del avión de las extradiciones

El rugir de las turbinas del General Electric CF34-3B corta el aire paraguayo, un sonido familiar para el XB-NWD, el Challenger 605 que se ha convertido, silenciosa pero inexorablemente, en el símbolo del largo brazo de la justicia mexicana. Hoy, su preciada carga es Hernán Bermúdez Requena, presunto líder de “La Barredora”, otro nombre que se suma a la lista de pasajeros forzosos de este jet de lujo, transformado en la aeronave de las extradiciones. Desde las alturas, a 907 km/h, Bermúdez seguramente contempla un panorama muy distinto al que imaginaba, un viaje sin retorno a México, al confinamiento del Altiplano.

La historia de este avión, con sus 6,944 kilómetros de alcance y una cabina tan espaciosa como la de ningún otro en su clase, es una crónica de caídas en desgracia. En sus asientos de piel, alguna vez se reclinó la arrogancia del poder, la misma que se desmorona en el aire enrarecido de los casi 9,000 metros de altitud. Figuras como Joaquín “El Chapo” Guzmán, su hijo Ovidio, exgobernadores como Roberto Borge y César Duarte, los magnates Emilio Lozoya y Alonso Ancira… todos han experimentado la fría eficiencia del XB-NWD, la antesala a la justicia. Imaginen el silencio en esa cabina, el peso de las acusaciones, la incertidumbre del futuro. Un vuelo de lujo convertido en un viaje al abismo.

La ironía no se escapa. Este avión, símbolo de excesos, fue puesto en venta por un gobierno que pregona la austeridad. El Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado intentó subastarlo por 12 millones de dólares, una cifra que podría haber financiado innumerables proyectos sociales. Pero nadie lo quiso. ¿Un estigma, quizás? ¿El peso de las historias que carga en su fuselaje? El XB-NWD, rechazado por el mercado, se convirtió en una herramienta indispensable, un recordatorio constante de que la justicia, aunque a veces lenta, alcanza incluso a aquellos que vuelan a miles de metros de altura.

El aterrizaje en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México marca el final de un capítulo y el inicio de otro. Para Bermúdez, se abren las puertas del Cefereso No. 1, un destino que comparte con muchos de los que le precedieron en este singular avión. Para el XB-NWD, es solo una escala más en su peculiar itinerario. Mañana, sus turbinas volverán a rugir, listas para transportar a otro pasajero en su viaje sin retorno. Mientras tanto, en los hangares del gobierno, el avión espera, silencioso testigo de la fragilidad del poder. La aeronave de las extradiciones, una paradoja voladora en la lucha contra la impunidad. Un símbolo, en definitiva, de que nadie, por muy alto que vuele, está por encima de la ley.

Fuente: El Heraldo de México