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17 de septiembre de 2025 a las 09:31
Combustible ilegal: ¿Un riesgo latente?
El intrincado mundo del mercado ilícito de combustibles ha trascendido la simple imagen del "huachicol" tradicional. Ya no se trata solo de la sustracción física de gasolina o diésel de ductos, sino de una sofisticada red de contrabando y evasión fiscal, un "huachicol fiscal" que opera a gran escala. Imaginen la complejidad de la operación: desde la contratación del transporte marítimo o ferroviario, la gestión de contactos en aduanas para agilizar trámites, hasta la distribución final en pipas, todo orquestado para evadir impuestos y maximizar beneficios. Y la trama se complica aún más cuando el combustible robado en México se procesa en Estados Unidos y regresa a nuestro territorio, multiplicando el número de actores involucrados.
Este entramado delictivo abarca desde militares hasta civiles, desde importadores hasta distribuidores, desde pequeños vendedores hasta consumidores finales. La gasolina, el diésel, el gas, dejan de ser simples combustibles para convertirse en una mercancía preciada que, al monetizarse, alimenta una estructura criminal y genera ganancias desproporcionadas. Recientes acontecimientos han evidenciado la inequitativa distribución de estas riquezas ilícitas.
La apertura del mercado a la importación privada de combustibles ha, paradójicamente, potenciado y diversificado este mercado negro. Grupos criminales han infiltrado instituciones, desde el ámbito municipal hasta el federal, a través de sobornos, amenazas e incluso asesinatos, silenciando a posibles denunciantes y perpetuando la impunidad. No es casualidad que México ocupe el primer lugar mundial en índices de crimen organizado. Este fenómeno, alimentado por la logística delictiva y la debilidad institucional, se materializa en delitos como los recientemente revelados dentro de la Secretaría de Marina, obligando a su titular a abordar el tema públicamente en un intento por recuperar la credibilidad de la institución.
La próxima vez que cargue gasolina a un precio sospechosamente bajo, pregúntese si ese "ahorro" tiene un costo oculto: la libertad o la vida de alguien. Recuerde que "lo barato sale caro" y que las enormes ganancias generadas benefician a los altos mandos de la estructura criminal, quienes, con las manos limpias de gasolina, disfrutan de lujos y ostentan altos rangos militares, mientras sus jefes se llenan la boca con discursos demagógicos.
Esos mismos que se indignaron por el robo a pequeña escala y acusaron a directivos de PEMEX y otros, guardaron silencio ante la entrada masiva de combustible ilegal, hasta que la presión fue insostenible y tuvieron que reconocer su complicidad. Esta historia aún no termina. Faltan actores por desenmascarar en una trama que se asemeja a la "casa del jabonero", donde la caída o el tropiezo son inevitables.
En este contexto, los resultados de la Encuesta Nacional sobre Seguridad Pública Urbana (ENSU) del INEGI, que pronto se publicarán, y la aprobación de las instituciones castrenses vinculadas a la seguridad, serán indicadores clave. Es probable que observemos cambios en el ranking, atribuibles, en gran medida, al impacto del mercado ilícito de combustibles. La realidad nos obliga a cuestionar el costo real de la gasolina que consumimos y a exigir transparencia y rendición de cuentas a quienes tienen la responsabilidad de combatir este flagelo.
Fuente: El Heraldo de México