Las luces de la dulcería parpadeaban, proyectando sombras alargadas y distorsionadas sobre las máquinas expendedoras silenciosas. Un silencio denso, casi palpable, se cernía sobre el espacio, roto solo por el zumbido casi imperceptible de la refrigeración. Era la hora bruja en el Cinépolis de Mexicali, ese momento suspendido entre la última función y el amanecer, cuando la energía residual del día se disipa y da paso a… ¿algo más? La joven, Alexis, sentía un escalofrío que le recorría la espalda, una sensación de inquietud que nada tenía que ver con el frío del aire acondicionado. Sacó su celular, la pantalla iluminando su rostro con una luz fantasmal, y comenzó a grabar. Quería capturar la atmósfera extraña, la soledad amplificada por el eco de sus propios pasos.

La cámara enfocó la dulcería, vacía, con los restos de palomitas esparcidas por el suelo como confeti de un festín fantasmal. Giró lentamente, el silencio roto solo por el chirrido de sus zapatos contra el piso pulido, hacia el pasillo iluminado. Un pasillo que debería estar vacío. Y, sin embargo…

Allí, en la penumbra que se aferraba a la base de uno de los postes, una figura se materializó. Una cabeza, coronada por una cascada de cabello negro como la noche, se asomó fugazmente. Unos ojos, que Alexis no pudo distinguir con claridad, parecieron clavarse en los suyos a través de la lente de la cámara. Un instante congelado en el tiempo, una mirada que transmitía una mezcla de curiosidad y… ¿malicia? Un grito ahogado escapó de los labios de Alexis. La imagen se cortó abruptamente. ¿Fue un reflejo? ¿Una broma pesada? ¿O algo más…?

El video, de apenas ocho segundos, se propagó como la pólvora por TikTok, desatando una ola de especulaciones y teorías. Algunos, escépticos, argumentaron que se trataba de una persona disfrazada, buscando asustar a los últimos rezagados del cine. Otros, sin embargo, señalaron la forma extrañamente humanoide de la figura, su aparición repentina y la reacción genuina de terror de Alexis. Y luego estaban los susurros, los rumores de que el Cinépolis de Mexicali no era ajeno a este tipo de sucesos. Historias de empleados que hablaban de ruidos extraños, de sombras que se movían en la periferia de su visión, de una sensación constante de ser observados.

¿Era la figura una simple ilusión, un producto de la sugestión y la oscuridad? ¿O se trataba de algo más siniestro, un eco de las emociones vividas por miles de espectadores a lo largo de los años, atrapadas entre las butacas y la pantalla? El misterio permanece, alimentando las leyendas urbanas de la ciudad y dejando una pregunta inquietante en el aire: ¿qué se esconde realmente en las sombras del Cinépolis de Mexicali cuando las luces se apagan y el silencio se apodera de la sala? El debate continúa en los comentarios del video, donde cada nuevo testimonio, cada nueva teoría, añade una capa más de misterio a la historia. Algunos incluso afirman haber escuchado llantos espectrales en el fondo del video, una banda sonora escalofriante para una escena ya de por sí perturbadora. ¿Te atreverías a visitar este cine después de la última función? La respuesta, como la verdad detrás de la figura sombría, permanece en la oscuridad.