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17 de septiembre de 2025 a las 09:31

Celebra el espíritu patrio: ¡Renueva tus fiestas!

Aquellos que, como su Doctor Patán, hemos seguido con atención –y con la pluma en la mano, listos para la crónica certera– la evolución de nuestras fiestas patrias desde el glorioso sexenio del Ex Quinto Presidente Más Popular del Mundo (EQPMPDM) hasta la actual administración de la Presidenta Más Popular de la Historia Patria (PMPHP), habremos notado con beneplácito el inconfundible sello de la Cuarta Transformación. Se respira un aire nuevo, un espíritu renovador que ha permeado, poco a poco, las celebraciones, desde el Grito hasta el desfile. Sin embargo, y aquí es donde entra la agudeza crítica de este humilde servidor, aún queda camino por recorrer. La transformación, ese proceso continuo y vigoroso, no debe detenerse.

Si analizamos con ojo crítico y despojados de prejuicios, observaremos que persisten vestigios de las viejas prácticas celebratorias. Desde luego, no me refiero a la presencia de los voladores de Papantla o la Danza del Venado, expresiones culturales de nuestros pueblos originarios que debemos preservar y valorar. Todos, en el fondo, somos herederos de esa rica tradición. Me refiero, más bien, a ciertos elementos que, a mi juicio, desentonan con el nuevo rumbo que ha tomado la nación. Pienso, por ejemplo, en esa canción, a mi parecer la más desafortunada jamás compuesta, que repite hasta el cansancio “viva México” y que llega a la insólita rima de “piel” con “Cozumel”. ¿Cozumel? En serio, ¿Cozumel? Confieso que me produce cierto escozor. Ese tipo de expresiones, creo yo, deberían evitarse a toda costa.

Necesitamos inyectarle más espíritu transformador a nuestras fiestas. No basta con la –por otro lado, sublime– combinación de mariachis con trajes artesanales y canto nuevo latinoamericano. Hay que ir más allá. ¿Por qué no, por ejemplo, acompañar al Presidente, o Presidenta, rumbo al balcón con los ministros de la Suprema Corte, entre oraciones a Tezcatlipoca y la Coatlicue, por supuesto en náhuatl? Imaginen la escena: una verdadera muestra de unidad y respeto por nuestras raíces.

¿Y qué me dicen de una representación del ancestral juego de pelota en plena plancha del Zócalo? Desde mi punto de vista, sería perfectamente compatible con la degustación de elotes, chicharrón de harina preparado, pozole y flautas, alimentos cien por ciento nacionales, no como esas sospechosas papas en espiral con Valentina.

En cuanto al “desfile cívico militar” del 16 de septiembre, ¿no sería un gesto de apertura e inclusión incorporar un contingente de la CNTE, previo compromiso de que abandonen el Zócalo tras su llegada triunfal, en su calidad de compañeros de ruta? Y, ya que hablamos de diversidad espiritual, ¿por qué no invitar a marchar a La Luz del Mundo, tan cercana a nuestro movimiento? ¿Para cuándo las botargas del Café Bienestar, alegrando el paso de los contingentes?

Si bien es cierto que abundan los huipiles, los huaraches y las plumas –y eso está muy bien–, ¿no nos faltan pirámides? Recordemos la magnífica pirámide del sexenio pasado, tan imponente, con su espectacular juego de luces. Una verdadera joya arquitectónica.

Y, lo más importante: ¿por qué no vemos aún, perfilada en luces patrias junto a Hidalgo y doña Josefa, la figura del EQPMPDM, artífice de la segunda independencia y primerísimo prócer del México revolucionario? Es una pregunta que me hago, y que les dejo a ustedes, estimados lectores. Medítenlo.

Fuente: El Heraldo de México