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16 de septiembre de 2025 a las 20:50

Veracruz: Derrame amenaza vida marina

La sombra del petróleo vuelve a cernirse sobre Veracruz. No es un fantasma nuevo, sino una presencia constante, una amenaza latente que ahora se materializa en nuevos derrames, dejando una estela de preocupación y desolación en comunidades del norte del estado. El clamor de los habitantes de Ignacio Zaragoza, en el municipio de Castillo de Teayo, resuena con la fuerza de la desesperación. Desde el pasado viernes 13 de septiembre, un derrame de hidrocarburos proveniente de un pozo cercano tiñe de negro las aguas del arroyo que abastece a la comunidad. La lluvia, en lugar de bendición, se ha convertido en cómplice de la contaminación, acelerando la expansión del crudo y agravando la situación. La Alianza Mexicana contra el Fracking señala directamente a Petróleos Mexicanos (Pemex) como responsable, exigiendo a la Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente (ASEA) que actúe con firmeza y obligue a la empresa a rendir cuentas, no solo por este incidente, sino por el historial de derrames que durante décadas han plagado la región.

Pero la tragedia no se limita a Ignacio Zaragoza. En Coatzintla, la angustia se extiende por ocho largos meses. Una fuga de petróleo en Arroyo Florido ha convertido el afluente principal de la comunidad en un río de lodo negro, un escenario desolador donde la vida se extingue lentamente. Peces, tortugas, perros… la fauna local paga el precio de la negligencia. Kilómetros de cauce contaminado, un testimonio silencioso del impacto ambiental y la lenta respuesta de las autoridades. Las fotografías que circulan muestran una realidad cruda, una superficie cubierta por una película aceitosa que refleja la gravedad de la situación. La comunidad clama por agua limpia, por atención médica para niños y ancianos, por un futuro que no esté teñido del negro del petróleo. El río, fuente de vida, se ha convertido en un peligro.

Y como si fuera poco, la crisis se extiende a otras regiones. Poza Rica, Coatzintla y Tihuatlán enfrentan la suspensión del suministro de agua debido a la contaminación del río Cazones por hidrocarburos. Mientras Pemex realiza maniobras para contener la fuga en el oleoducto CAB Poza Rica - Tula, en el municipio de Ávila Camacho, Puebla, la incertidumbre se apodera de los habitantes de Veracruz. ¿Hasta cuándo tendrán que soportar las consecuencias de la actividad petrolera? ¿Cuándo se priorizará la salud de las comunidades y la protección del medio ambiente por encima de los intereses económicos? La pregunta queda flotando en el aire, tan densa y oscura como el petróleo que contamina sus ríos.

Es urgente una respuesta contundente, una acción que vaya más allá de la contención de los derrames. Se necesita un compromiso real con la remediación de los daños, con la implementación de medidas preventivas que eviten futuras tragedias. Las comunidades afectadas merecen más que promesas vacías, merecen vivir en un ambiente sano, donde el agua fluya limpia y la vida pueda prosperar sin la amenaza constante del petróleo. La lucha por un Veracruz libre de contaminación continúa.

Fuente: El Heraldo de México