16 de septiembre de 2025 a las 04:05
Tragedia en Altata: Maestra fallece en balacera
La tragedia ha teñido de luto las fiestas patrias en Altata, Sinaloa. El eco de los disparos que deberían anunciar la celebración de la Independencia, se transformaron en el siniestro preludio de una muerte injusta. Jesael Rodríguez, una joven educadora de apenas 35 años, fue arrebatada de la vida, de los brazos de su esposo y frente a la mirada inocente de sus dos pequeñas hijas. Un acto de violencia sin sentido, perpetrado por civiles armados, truncó sus sueños, sus aspiraciones y la promesa de un futuro que ya no llegará.
El pasado 13 de septiembre, mientras el país se preparaba para conmemorar un aniversario más de su libertad, Jesael y su familia transitaban por las inmediaciones de Nuevo Altata. La tarde, que prometía ser tranquila, se convirtió en una pesadilla cuando una lluvia de balas, destinadas al aire según las primeras investigaciones, impactó el vehículo en el que viajaban. Una de esas balas, ciega y cruel, encontró el rostro de Jesael, apagando su vida de manera instantánea.
El dolor y la indignación se han apoderado de la comunidad. La figura de Jesael, una maestra dedicada y querida por sus alumnos, se ha convertido en un símbolo de la violencia que azota la región. Sus compañeros, con el corazón roto y la voz llena de rabia, han tomado las calles de Navolato. No solo marchan por Jesael, marchan por todas las víctimas inocentes, por la seguridad que les ha sido arrebatada, por el miedo que se ha sembrado en sus corazones. Exigen justicia, exigen respuestas, exigen que los responsables de este acto cobarde sean llevados ante la justicia.
Las autoridades locales, por su parte, han asegurado que se encuentran realizando las investigaciones pertinentes. Se habla de grupos delincuenciales, de enfrentamientos, de un clima de inseguridad que ha ido escalando en los últimos tiempos. Pero más allá de las hipótesis y las promesas, la realidad es que Jesael ya no está. Su ausencia deja un vacío irreparable en su familia, en la escuela donde impartía clases, en la comunidad que la vio crecer.
¿Cuántas vidas más tendrán que perderse para que la paz regrese a Altata? ¿Cuántos niños más tendrán que presenciar la violencia que les roba a sus seres queridos? La historia de Jesael no puede quedar en el olvido, debe ser un llamado a la acción. Un llamado a la conciencia de las autoridades, a la solidaridad de la sociedad, a la esperanza de un futuro donde la vida sea el valor supremo. Un futuro donde las fiestas patrias se celebren con alegría y no con el amargo sabor de la tragedia. Jesael, presente. Su memoria, una llama que ilumina el camino hacia la justicia.
Fuente: El Heraldo de México