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16 de septiembre de 2025 a las 12:35

¡Tampa Bay aplasta a Houston!

La tensión se podía cortar con un cuchillo en el NRG Stadium. El reloj agonizaba, cada segundo un latido ensordecedor en los oídos de los aficionados. Los Texans, con la euforia del posible triunfo palpándose en la punta de los dedos, veían cómo la victoria se les escapaba entre los dedos como arena. Una remontada épica, orquestada por un Baker Mayfield que parecía poseído por el espíritu de los quarterbacks legendarios, silenció a la afición local y desató la locura en el banquillo de los Buccaneers. 80 yardas, 11 jugadas, un drive para la historia. Cada pase completado, cada yarda ganada, alimentaba la esperanza de Tampa Bay y minaba la moral de los Texans, que veían cómo el fantasma de la derrota se cernía sobre ellos.

El acarreo final de Rachaad White, de apenas dos yardas, fue mucho más que una simple anotación. Fue la culminación de una obra maestra de estrategia, resistencia y pura determinación. Un golpe certero al corazón de la defensa texana, que selló la victoria para los Buccaneers y los catapultó al liderato de la División Sur de la Conferencia Nacional.

Este partido no fue solo un intercambio de touchdowns y goles de campo. Fue un choque de titanes, una batalla de voluntades que mantuvo a los espectadores al borde de sus asientos hasta el último segundo. La paridad entre ambos equipos era evidente, reflejada en un marcador que osciló como un péndulo. Cada jugada era crucial, cada decisión del entrenador podía ser la diferencia entre la victoria y la derrota.

CJ Stroud, la joven promesa de los Texans, demostró su talento con un pase de anotación que encendió la ilusión de la afición local. Pero Baker Mayfield, con la experiencia de un veterano y la precisión de un cirujano, respondió con dos touchdowns que pusieron a los Buccaneers en la delantera.

El gol de campo de Ka’imi Fairbairn, una patada de 53 yardas que desafió la lógica y la distancia, apretó el marcador y añadió aún más drama al encuentro. La posterior anotación de Nick Chubb parecía sentenciar el partido a favor de los Texans. La victoria estaba a su alcance, la podían saborear.

Pero en la NFL, dos minutos pueden ser una eternidad. Y Baker Mayfield, con la sangre fría de un asesino a sueldo, lo demostró con creces. Su liderazgo en el último drive fue impecable, una clase magistral de gestión del tiempo y la presión. Conectó pases cruciales, esquivó la presión de la defensa texana y condujo a su equipo a la zona prometida con la precisión de un reloj suizo.

La victoria de Tampa Bay no es solo un triunfo en la segunda semana de la temporada. Es una declaración de intenciones. Un mensaje claro al resto de la liga: los Buccaneers están aquí para quedarse. Con un récord de 2-0, lideran la División Sur de la Conferencia Nacional y se perfilan como uno de los equipos a tener en cuenta en la lucha por el título. El camino es largo, pero el comienzo no podría ser mejor. ¿Será este el año de la consagración para los Buccaneers? Solo el tiempo lo dirá. Pero una cosa es segura: con Baker Mayfield al mando, todo es posible.

Fuente: El Heraldo de México