16 de septiembre de 2025 a las 09:35
¿Será ella o será él?
La tensión política en México alcanza niveles históricos. El choque dentro del partido gobernante, Morena, tras las revelaciones de corrupción, supera incluso las crispaciones de épocas pasadas, como la de los caudillos o la campaña de Colosio. La presidenta Claudia Sheinbaum, al destapar la cloaca, ha desencadenado, quizás sin pretenderlo, una lucha interna feroz. Su intención inicial tal vez no fuera un enfrentamiento frontal contra el crimen organizado, pero la realidad es que la corrupción ha quedado expuesta.
La paradoja es brutal: la líder con mayor respaldo popular se ve ahora como una traidora dentro de sus propias filas. Esta percepción, aunque no se verbalice abiertamente, la coloca en una encrucijada: o llega hasta el final en la lucha contra la corrupción, incluyendo "La Barredora" y el huachicol fiscal, o arriesga su camino a la presidencia. En el juego de las traiciones, o se aniquila al enemigo por completo o se corre el riesgo de ser aniquilado.
Por ello, es crucial que Sheinbaum y su secretario de Seguridad, García Harfuch, comprendan que no basta con señalar a los corruptos; es imperativo desmantelar sus estructuras de poder. De lo contrario, ese mismo poder se volverá en su contra. La presidenta ya mostró sus cartas al revelar la podredumbre. Si los implicados logran rearmarse, no habrá perdón por haberlos expuesto.
Este conflicto trasciende lo político e ideológico; es una lucha por la supervivencia. La clemencia con las figuras corruptas no será recompensada. Morena, como partido, se defenderá con uñas y dientes para proteger sus intereses económicos, su influencia y su imagen. No hacerlo significaría sucumbir a la misma podredumbre que ahora se intenta erradicar.
Figuras como Adán Augusto López y Luisa María Alcalde, entre otros, ya no pueden recurrir a simples maniobras de distracción, como desviar la atención hacia Ricardo Anaya, cuando los vínculos entre Morena y el crimen organizado salen a la luz. El partido no está respaldando a Claudia; está en modo de autoprotección. Blindar reputaciones, poder e influencias es ahora la prioridad, conscientes de que su propia supervivencia está en juego.
Sheinbaum no tiene otra opción que acelerar el proceso de limpieza que ha iniciado. Detenerse a medio camino equivaldría a dar tiempo y recursos a sus adversarios dentro del partido para que se recuperen y la destruyan, ya sea en la revocación de mandato o antes. Las revelaciones sobre la corrupción en Marina, Aduanas y otras áreas del gobierno anterior obligan a una acción contundente y sin retrocesos.
La investigación contra Bermúdez debe ser no solo imparcial y transparente, sino que también debe garantizar la protección de los testigos y aplicar sanciones ejemplares, como exige el PAN. Más allá de las formalidades, la investigación debe llegar a la raíz del problema, tanto en el caso del huachicol fiscal como de "La Barredora". No hay atajos posibles: la justicia, la verdad y la seguridad institucional dependen de la exhaustividad de este proceso.
En definitiva, o se completa la limpieza dentro del propio círculo de poder o la presidenta pagará las consecuencias. No es una simple declaración política; es una advertencia. La alternativa es brutal: o es ella o son ellos. La lucha está planteada.
Fuente: El Heraldo de México