17 de septiembre de 2025 a las 02:10
¡Pussy Riot a prisión!
La sombra de la represión vuelve a cernirse sobre Rusia. El colectivo artístico Pussy Riot, conocido por su activismo y sus provocadoras performances contra el régimen de Vladimir Putin, ha sido condenado en rebeldía a penas de prisión que oscilan entre los 8 y los 13 años. La acusación: "difusión de información falsa" sobre el ejército ruso, una herramienta legal cada vez más utilizada para silenciar las voces críticas en el país. Si bien las activistas se encuentran fuera de Rusia, este veredicto sienta un precedente peligroso y envía un mensaje escalofriante a cualquier voz que ose desafiar el poder establecido.
Esta no es la primera vez que Pussy Riot se enfrenta a la maquinaria judicial rusa. Desde su formación en 2011, el grupo ha protagonizado numerosas protestas, performances y acciones artísticas que han desafiado los límites de la libertad de expresión y han puesto en evidencia la creciente intolerancia del Kremlin. Recordemos el icónico acto de protesta en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú en 2012, que les valió una condena de prisión a tres de sus integrantes. Aquella performance, en la que imploraron a la Virgen María que "echara a Putin", resonó en todo el mundo y las convirtió en un símbolo de la resistencia contra la autocracia.
Las acusaciones en esta ocasión se basan en dos incidentes. El primero, la publicación del video musical "Mama, Don't Watch TV", en el que critican la guerra en Ucrania y las acciones del ejército ruso. El segundo, una protesta en Múnich, Alemania, donde una de las integrantes orinó sobre un retrato de Vladimir Putin. Este último acto, aunque realizado fuera del territorio ruso, ha sido utilizado por la fiscalía para reforzar la acusación y justificar las duras penas impuestas. Es evidente que el alcance de la justicia rusa se extiende más allá de sus fronteras, buscando intimidar y silenciar a las disidentes incluso en el extranjero.
La condena de Pussy Riot es un reflejo de la creciente represión y la asfixia de la libertad de expresión en Rusia. El gobierno de Putin ha intensificado la persecución de activistas, periodistas y artistas, utilizando leyes ambiguas y acusaciones infundadas para acallar cualquier forma de disidencia. El caso de Pussy Riot se suma a una larga lista de ejemplos que demuestran el deterioro de los derechos humanos y las libertades fundamentales en el país.
La respuesta de las activistas ha sido contundente. Desde el exilio, han denunciado la politización de la justicia y han reafirmado su compromiso con la lucha por la libertad de expresión. Sus palabras, cargadas de rebeldía y determinación, resuenan como un eco de la resistencia en un contexto cada vez más hostil. Su condena a prisión en rebeldía, lejos de silenciarlas, las ha convertido en un símbolo de la lucha contra la opresión y la censura.
La comunidad internacional no puede permanecer impasible ante esta nueva afrenta a la libertad de expresión. Es fundamental condenar enérgicamente la persecución del gobierno ruso contra Pussy Riot y exigir la liberación de todos los presos políticos. La defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales debe ser una prioridad en las relaciones internacionales con Rusia. El silencio y la inacción solo alimentan la impunidad y permiten que la represión se intensifique. El caso de Pussy Riot es un recordatorio de la importancia de proteger y defender la libertad de expresión en todo el mundo.
Fuente: El Heraldo de México