16 de septiembre de 2025 a las 08:15
Getrudis Bocanegra: Heroína olvidada del Grito.
La inclusión de Gertrudis Bocanegra en el Grito de Independencia por parte de la presidenta Claudia Sheinbaum no solo amplía la narrativa histórica, sino que también ilumina la lucha silenciada de muchas mujeres que, como ella, desafiaron las convenciones de su época y se alzaron contra la injusticia. Su nombre, resonando por primera vez desde el balcón presidencial, es un símbolo de reivindicación, un acto de justicia histórica que nos invita a reflexionar sobre el papel fundamental de las mujeres en la construcción de México.
Más allá de la anécdota del Grito, la historia de Gertrudis Bocanegra es un fascinante relato de coraje y sacrificio. Imaginemos a esta mujer, criándose en la aparente tranquilidad de la Pátzcuaro colonial, absorbiendo las ideas revolucionarias que se filtraban desde Europa. En una sociedad donde el destino de la mujer estaba predefinido por el matrimonio y la maternidad, Bocanegra se atrevió a cuestionar el orden establecido, a buscar un horizonte más allá de las paredes de su hogar.
Su matrimonio con un oficial español no la amilanó; al contrario, la convirtió en un puente entre dos mundos. Con la llegada del movimiento independentista, Bocanegra no dudó en tomar partido, convenciendo incluso a su esposo e hijo para unirse a la causa. La tragedia de perderlos en combate, lejos de quebrarla, fortaleció su convicción. Transformó su dolor en una fuerza imparable que la impulsó a convertirse en una pieza clave de la resistencia.
Su casa, un aparente remanso de paz, se transformó en un centro neurálgico de la conspiración. Allí, entre las labores domésticas y el cuidado de sus hijos, Bocanegra planificaba estrategias, escondía armas y transmitía mensajes cifrados, tejiendo una red invisible que desafiaba el poderío del imperio español. No era una simple colaboradora, sino una estratega, una líder en las sombras que arriesgaba su vida a diario por la libertad de su patria.
La imagen de Bocanegra movilizándose en la clandestinidad, burlando la vigilancia de las autoridades, es un testimonio de su astucia e inteligencia. Imaginemos la tensión de esos encuentros secretos, el intercambio de información susurrada, la constante amenaza de ser descubierta. Durante siete años, vivió al filo de la navaja, demostrando una valentía excepcional en un contexto donde las mujeres eran relegadas a un segundo plano.
La traición, ese fantasma que siempre acecha en tiempos de guerra, terminó por alcanzarla. Delatada por alguien en quien confiaba, fue capturada y sometida a las más crueles torturas. Pero ni el dolor físico ni las amenazas lograron doblegar su espíritu. Su silencio, más elocuente que cualquier grito, se convirtió en un símbolo de resistencia.
Su ejecución en la Plaza de Armas de Pátzcuaro, lejos de ser una derrota, la consagró como una mártir de la independencia. Su nombre, aunque silenciado durante décadas, se mantuvo vivo en la memoria colectiva, esperando el momento de ser reivindicado. Y ese momento llegó, 202 años después, desde el balcón del Palacio Nacional, en la voz de la primera presidenta de México.
La historia de Gertrudis Bocanegra es un recordatorio de que la lucha por la libertad no tiene género. Es una invitación a reconocer y valorar el aporte de las mujeres en la construcción de nuestra historia, a recuperar sus nombres del olvido y a darles el lugar que merecen en el panteón de los héroes nacionales.
Fuente: El Heraldo de México