La noche del 15 de septiembre resonó con una fuerza histórica innegable. No solo por la vibrante celebración de la Independencia de México, sino porque, por primera vez, una mujer, Claudia Sheinbaum Pardo, encabezó el emblemático Grito desde el balcón de Palacio Nacional. Imaginen la escena: más de 280 mil almas congregadas en el Zócalo capitalino, un mar de banderas tricolores ondeando al unísono, y la voz firme de la presidenta resonando en cada rincón, cargada de historia y promesa.

Un detalle que no pasó desapercibido, y que quedará grabado en la memoria colectiva, fue la escolta que acompañó a la mandataria: un grupo de cadetes femeninas del Heroico Colegio Militar, símbolo palpable del cambio de paradigma, un reflejo de la transformación social que México está viviendo. Este gesto, aparentemente sencillo, encapsula la esencia del mensaje que Sheinbaum Pardo busca transmitir: la inclusión y el reconocimiento del papel fundamental de las mujeres en la construcción del país.

Las palabras resonaron con una nueva fuerza, una nueva emoción. Al tradicional "¡Viva Miguel Hidalgo y Costilla!", se sumaron los nombres de heroínas que, durante demasiado tiempo, quedaron relegadas a un segundo plano: Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Gertrudis Bocanegra, Manuela Medina “La Capitana”. Un homenaje no solo a estas figuras históricas, sino a todas las mujeres que, desde el anonimato y la cotidianidad, han contribuido y contribuyen a la grandeza de México. Y no solo eso, la presidenta extendió el reconocimiento a las mujeres indígenas, a las migrantes, a todas aquellas que con su lucha diaria tejen la identidad nacional.

El fervor patriótico se entremezcló con consignas de apoyo a la presidenta. "¡Esta presidenta sí me representa!" y "¡Claudia, México está contigo!", se escuchaba entre la multitud, según reportó el diario El País. Estas expresiones espontáneas son un claro testimonio del respaldo popular que goza Sheinbaum Pardo tras 11 años al mando del país. Un liderazgo que se ha caracterizado por la dignificación de la figura femenina, la búsqueda incansable de la igualdad y la consolidación de una democracia participativa.

Este Grito de Independencia no fue solo una celebración del pasado, sino una declaración de intenciones para el futuro. Un futuro donde la igualdad de género no sea una aspiración, sino una realidad tangible. Un futuro donde las niñas mexicanas, al mirar al balcón de Palacio Nacional, vean reflejado su propio potencial, sus propias posibilidades, y sepan que ellas también pueden escribir la historia de su país. Un futuro donde las voces de todas las mujeres, sin importar su origen o condición social, sean escuchadas y valoradas. Un futuro, en definitiva, donde el grito de "¡Viva México!" resuene con la fuerza y la unidad de todas y todos los mexicanos.