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16 de septiembre de 2025 a las 23:00
Alerta Spoiler: El Destino Final en Demon Slayer
La saga de Tanjiro Kamado, el joven que se convirtió en cazador de demonios para vengar a su familia y encontrar la cura para su hermana Nezuko, llega a su clímax con un torbellino de emociones. El Castillo Infinito, arco que ha batido récords de taquilla, no solo nos deslumbra con una animación espectacular y combates frenéticos, sino que también nos prepara para un final agridulce. Si bien la victoria sobre Muzan Kibutsuji, el progenitor de los demonios, se vislumbra en el horizonte, el camino hacia ella está pavimentado con sacrificios desgarradores.
Aquellos que han seguido el manga saben que la batalla final contra Muzan y las Lunas Superiores no será un paseo triunfal. La crudeza de la obra de Koyoharu Gotouge alcanza su punto álgido, mostrándonos que en una guerra contra la oscuridad, incluso los héroes más valientes pueden caer. Las muertes de los Pilares, los guerreros más poderosos de la Cofradía de Cazadores de Demonios, son un testimonio conmovedor de este hecho.
Shinobu Kocho, la Pilar del Insecto, encuentra un final trágico a manos de Doma, la Segunda Luna Superior. Su sacrificio, aunque devastador, es un acto de valentía y astucia que debilita al demonio y allana el camino para la venganza de su hermana, Kanao Tsuyuri. La escena de su muerte, aunque perturbadora, es un reflejo de la crueldad del mundo que habitan y la determinación inquebrantable de Shinobu.
Muichiro Tokito, el Pilar de la Niebla, un joven prodigio con un talento innato para el combate, se enfrenta a Kokushibo, la Primera Luna Superior, en un duelo que revela un vínculo ancestral inesperado. La batalla es un choque de katanas y destinos entrelazados, donde Tokito, a pesar de su juventud y fuerza, sucumbe ante la abrumadora experiencia de su antepasado. Su muerte, brutal y prematura, nos recuerda la fragilidad de la vida y el peso del legado.
Obanai Iguro, el Pilar de la Serpiente, y Mitsuri Kanroji, la Pilar del Amor, encuentran consuelo en su amor mutuo en medio del caos. Ambos luchan con valentía contra Muzan, sufriendo heridas graves que finalmente les arrebatan la vida. Su despedida, con la promesa de reencontrarse en otra vida, es un rayo de luz en la oscuridad, una muestra de que incluso en la muerte, el amor puede prevalecer.
Gyomei Himejima, el Pilar de la Roca, el más fuerte de todos los Pilares, se enfrenta a Kokushibo y Muzan con una fuerza descomunal. A pesar de su poderío, las heridas infligidas por el Rey Demonio resultan fatales. Su muerte es un golpe devastador para la Cofradía, la pérdida de un baluarte de fuerza y espiritualidad.
Quizás una de las muertes más desgarradoras es la de Genya Shinazugawa. Clave en la derrota de Kokushibo, Genya encuentra su fin en los brazos de su hermano, Sanemi. Este momento, cargado de arrepentimiento y amor fraternal, es una muestra de la complejidad de las relaciones humanas, incluso en las circunstancias más extremas.
El final de Kimetsu no Yaiba no es un cuento de hadas con un final feliz para todos. Es una historia realista sobre el coste de la guerra y la importancia del sacrificio. Las muertes de los Pilares, aunque dolorosas, son un recordatorio de que la lucha por la justicia y la protección de los inocentes a menudo exige un precio elevado. La obra de Koyoharu Gotouge nos deja con un mensaje de esperanza, de que incluso en la oscuridad más profunda, la luz del coraje y la determinación puede brillar con intensidad. Las cicatrices dejadas por la batalla final permanecerán en los corazones de los fans, pero también lo hará el recuerdo de aquellos que dieron su vida por un mundo mejor. Un final que duele, pero que a la vez enaltece el espíritu humano y el poder del sacrificio.
Fuente: El Heraldo de México