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15 de septiembre de 2025 a las 04:45

¡Vendió su alma por labiales!

La historia de Karina, la joven moscovita de 26 años que vendió su alma por 100,000 rublos (aproximadamente 22,000 pesos mexicanos), ha desatado una ola de incredulidad y controversia en Rusia. Lo que comenzó como una broma en VKontakt, la red social más popular del país, se convirtió en una noticia viral que ha trascendido las fronteras digitales y ha llegado a los púlpitos de la poderosa Iglesia Ortodoxa Rusa.

El origen de esta peculiar transacción se remonta a una publicación del experto en marketing, Dmitri, quien ofreció comprar un alma humana a cambio de la mencionada suma. La sorpresa fue mayúscula cuando Karina, una ávida coleccionista de los populares muñecos Labubu, aceptó la oferta sin dudarlo. Su objetivo: completar su colección y asegurar una entrada para el concierto de la reconocida cantante Nadezhda Kádisheva.

La aparente frivolidad con la que Karina tomó la decisión ha generado un intenso debate en redes sociales. Muchos cuestionan la veracidad de la historia, especulando que se trata de una elaborada campaña publicitaria orquestada por Dmitri. Sin embargo, la publicación del contrato, sellado con sangre, y la fotografía de Karina, han alimentado la intriga y dado un aire de verosimilitud al relato.

La joven, en declaraciones a medios locales, aseguró no importarle el destino de su alma, enfatizando que el dinero ya había sido depositado en su cuenta y que ya había gastado una parte. Esta aparente indiferencia ha generado aún más preguntas e inquietud entre los internautas. ¿Realmente comprendía Karina las implicaciones de su acto? ¿Se trata de una muestra de la creciente desilusión y apatía de la juventud rusa?

Por su parte, Dmitri, el comprador del alma, también parece desorientado. Confiesa no saber qué hacer con el contrato o con el alma de Karina. La Iglesia Ortodoxa Rusa, por su parte, ha intervenido en la polémica, recordando que la compra de un alma conlleva graves consecuencias espirituales. Según la doctrina ortodoxa, quien adquiere un alma se convierte automáticamente en Satanás, poniéndose en riesgo mortal.

Patriarcas de la Iglesia han advertido sobre la gravedad de la situación, señalando que la venta de almas no es un juego. Han calificado el contrato firmado por Karina como legalmente vinculante en el ámbito espiritual, advirtiendo sobre las posibles consecuencias para la joven: decadencia moral y personal, enfermedad, sufrimiento e incluso la muerte. Ante este panorama, la Iglesia ha exhortado tanto a Karina como a Dmitri a acudir a un templo, confesarse y arrepentirse de sus actos.

Este singular caso ha puesto de manifiesto la compleja relación entre la fe, la cultura popular y el pragmatismo en la Rusia contemporánea. La historia de Karina, más allá de su veracidad o falsedad, nos invita a reflexionar sobre el valor que le damos a lo intangible, a nuestras creencias y a nuestra propia alma en un mundo cada vez más materialista. ¿Estamos dispuestos a sacrificarlo todo, incluso nuestra esencia, por alcanzar nuestros deseos, por efímeros que sean? La respuesta, al parecer, sigue flotando en el aire, tan enigmática como el destino del alma de Karina.

Fuente: El Heraldo de México